Joaquín Sorolla y Bastida (Valencia, 27 de febrero de 1863 - Cercedilla, 10 de agosto de 1923) fue un artista prolífico que dejó más de 2200 obras catalogadas. Su obra ha sido etiquetada como impresionista, postimpresionista y luminista.
Como es conocido, Sorolla fue siempre un amante de la naturaleza y, en especial, de los jardines. Su afición creció con el conocimiento de los jardines andaluces, principalmente el Alcázar de Sevilla y la Alhambra de Granada, que pintó numerosas veces.
Sobre estos espacios Sorolla fue concibiendo el suyo propio, que empezaría a hacer realidad a partir de 1910, cuando construye su casa en Madrid, que resulta ser el actual Museo Sorolla. Un jardín mediterráneo donde se mezclan los rasgos de la jardinería del Renacimiento italiano con la hispanoárabe, como de hecho ocurre sobre todo en el Alcázar de Sevilla.
En estos jardines andaluces, Sorolla admira la combinación de la arquitectura y la vegetación, el colorido de las flores, la sensualidad de sus aromas y la presencia constante del agua, el rumor de las fuentes y los fascinantes efectos de los reflejos en las quietas aguas de las albercas.
Crecen en su jardín el ciprés y el mirto, el naranjo, el limonero y el laurel; la rosa, el alhelí, la adelfa, el jazmín, el lirio y la cala, especies mediterráneas que se daban con exuberancia cuando el jardín tenía todavía mucho sol.
Con el tiempo, la sombra de los árboles crecidos y los edificios altos de alrededor han creado otro clima donde se dan especies más atlánticas: azaleas, rododendros y camelias aportan ahora el color en los rincones más umbríos.
La exposición recorre este camino en que, mientras el jardín prospera y se llena de color, la pintura de Sorolla evoluciona y madura y su luz se hace más rica y delicada. Allí mismo, bajo la pérgola, con el sol filtrado entre los árboles, pintó Sorolla su último cuadro.