Presentado por Concha Martínez Barreto.

Comisario Javier Castro

El proyecto reúne dos piezas de la producción última de esta artista: Los nombres y Steven John que, como todo el trabajo de esta artista, indagan en la memoria pero no como una reconstrucción imposible de lo perdido o un árido trabajo de catalogación, sino como una tarea que da cuenta precisamente de la dificultad de toda rememoración. A raíz de encontrar un conjunto de doce antiguas fotografías familiares, Concha realiza LOS NOMBRES –un políptico de 12 piezas hecho a lo largo de todo un año en el que dibuja con deliberada lentitud cada una de esas antiguas imágenes-. Una obra que supone una intensa reflexión sobre la fragilidad de la memoria y a la vez sobre la propia identidad, las conexiones intergeneracionales, la muerte y el olvido. Dibujos minuciosos y a la vez frágiles que dan cuenta del esfuerzo por recordar y del fracaso de ese intento; de cómo la memoria heredada está llena de elipsis, interrogantes y dudas. Pero, a la vez que habla de la desaparición, esta artista celebra la alegría que surge en el acto de mirar, de escrutar estas imágenes familiares y a la vez extrañas: imágenes de fiestas, de grupos que celebran algo, de personas que posan o –a veces- parece que quisieran escaparse sin saber que sus nombres se perderán muy pronto. Imágenes de ese instante fugaz que se llama vida. El interés de la artista al hacer esta pieza no es el dibujo o la técnica sino pensar el tiempo, demorarse obsesivamente en la contemplación minuciosa de esos rostros olvidados, acompañarlos, pararse a mirarlos… Junto a esta obra se presenta también un trabajo realizados a partir de la adquisición de un álbum de fotografías inglés de los años cuarenta entre cuyas fotografías tan sólo una contiene un nombre escrito al dorso “Steven John two weeks old”. Frente al fetichismo de cierto arte de archivo, este trabajo habla de la imposibilidad de reconstruir lo perdido con una estrategia paradójica en la que a la vez se muestra y se oculta aquello de lo que se habla y se utiliza el tiempo sellado -detenido- para generar una sensación de expectación e impaciencia en la que uno espera que pase aquello que sabemos que no va a pasar, mostrando esa tensión entre memoria y olvido. Un vídeo que es casi una fotografíaby unos dibujos que están por su intención cercanos al arte de acción: en Concha Martínez Barreto hay un uso complejo y ambiguo de las técnicas. Como si quisiera ralentizar la velocidad y la facilidad al servicio de una temporalidad en la que el instante es a la vez fugacidad y permanencia.