En colaboración con la Fundación Caja Rural, la Asociación de Amigos de la Orquesta Ciudad de Granada y la Casa Museo Manuel de Falla.
A principios de 1922 Manuel de Falla consigue mudarse, desde la calle Real de la Alhambra, a la que será su vivienda definitiva en Granada. Era la casa que Falla buscó desde el momento de su llegada a la ciudad: una casa para habitar en la intimidad familiar, una casa abierta a la Europa que se albergaba en el Hotel Alhambra Palace, una casa para trabajar y componer al sol, una casa para meditar ante la Vega y la Sierra. El propio compositor le cuenta así a su amigo Zuloaga cómo ha sido el encontrar su pequeña mansión:
El carmen de la Antequeruela, el carmen de Manuel de Falla que decimos los granadinos, aunque en realidad nunca fue de su propiedad, emocionó a los visitantes de ese íntimo paraíso y, especialmente, a los escritores que nos dejaron su lírica impresión. Adolfo Salazar la definiría como “...Su casita azul y blanca” y Azorín escribiría en 1933 un bellísimo artículo en La Prensa de Buenos Aires que tituló "Vida imaginaria de Falla".
Esta era la casa del músico y esta es la casa del músico en la actualidad, una increíble conservación latente de una época y de un artista.