La exposición más ambiciosa hasta la fecha de la fotógrafa eslovaca María Svarbova.
Tal y como indica el título, la muestra recorre la trayectoria artística y personal de la fotógrafa y se divide en dos grandes partes: Por un lado, la que incluye las series «Swimming Pools» (piscinas) que han hecho famosas esas instantáneas de sus hieráticas nadadoras con sus llamativos gorros de color rojo o amarillo; y, por otro, el resto de series, más narrativas, que ella ha englobado bajo el denominador común «Futuro Retro».
El personal estilo de María Svarbova se aleja del retrato tradicional y se centra en la experimentación con el espacio, el color y la atmósfera. Interesada en la arquitectura y los espacios públicos de la época comunista, ella transforma cada escena con una frescura moderna que pone de manifiesto la profundidad y la variedad de su paleta creativa. Las figuras cuidadosamente ubicadas crean escenas temáticas y oníricas con objetos ordinarios. Sus imágenes mantienen una tensión silenciosa que insinúan acciones a punto de suceder bajo el brillo de los espacios depurados y pulidos.
En su obra se percibe a menudo una sensación de frío distanciamiento y liminalidad. Las acciones rutinarias, como el ejercicio, las citas con el médico, las tareas domésticas.., la vida en general, se enmarcan en una pureza visual que es tranquilizadora y simétrica y a veces reverberan con una quietud etérea. El efecto global evoca un silencio contemplativo en un momento prolongado de augurio y reflexión, una cualidad difícil de alcanzar en el rápido ritmo de la vida contemporánea. La visión posmoderna de María articula con audacia un diálogo que obliga al espectador a responder al misterio, la soledad y el aislamiento de la experiencia humana. Sin embargo, sus composiciones, profundamente arraigadas en los pasteles acuosos, poseen una elegancia aclamatoria que transforma la mirada del espectador en una reverencia a la belleza sencilla de la vida.
El interés de María en reivindicar su pasado personal y cultural es lo que le ha dado fama. Sus fotografías están muy alejadas de las modas y de la imaginería global actual. Ella ha creado una iconografía propia, honesta, a partir de trazos de la memoria personal, familiar y local. Todo ello forma parte de su swim lane o calle por la que aun hoy sigue nadando María. Ella ha escarvado en su país, en las memorias y elementos de aquella Checoslovaquia, en el brutalismo de sus construcciones de inspiración soviética, en las competiciones y desfiles inaugurales de las «Spartakiadas», en las piezas que todavía decoran las casas, a punto de ser denostadas por las generaciones siguientes que buscan parecerse más a «todo el mundo», en los interiores de tiendas y oficinas antiguas de pueblos, en la modestia de aquellos productos destinados a la venta en contraposición al consumo masivo actual y en aquella vida sencilla sin complicaciones.