Por Menchu.
El Trayecto parte desde dos puntos de vista diferentes.
El aislamiento en el que se sumerge la artista para poder volver a retomar un camino en el que se sienta cómoda. Todo tras un etapa personalmente complicada, donde decidió alejarse de tierra natal, para poder volver a la continua investigación, que es siempre la labor de un pintor. Esta isla le ha ayudado a observar sus propias creaciones con perspectiva. Un viaje hacia un replanteamiento de la obra.
La otra faceta del Trayecto se desarrolla entre las lindes de la exploración matérica, que le persuade a no terminar la obra de inmediato, a diferencia de un estadio anterior donde el uso de acuarelas, tintas y rotuladores daban rienda a su impaciencia. Hoy, intenta poner en pie aquellos conceptos que, aunque en la universidad llegó entender, su forma de ser no le permitía plasmarlos. Sucede así una mayor preocupación por la materia pictórica (fundamentalmente óleo y grafito, con la incorporación en ocasiones de collage), la mancha, el color, la luz, la composición, el encaje y el dibujo. Residualmente de la etapa anterior se queda el mismo soporte, el papel.
En cuanto a la temática, aborda una vez más «lo cotidiano», atreviéndose a otorgar más protagonismo a la figura humana. La temática costumbrista le ayuda a expresar quién realmente es, una persona sencilla, algo desordenada, a la que le gusta la comida y le abruma este mundo lleno de información, de extravagancias.