Dibujos con vocación escultórica. Las obras que presenta Pedro Molina (Málaga, 1968) son creaciones concebidas en sesiones con modelos al natural, fruto de un reto autoimpuesto: papel en formatos verticales y tinta negra únicamente.
Y, lo que es aún más complejo, los modelos solo mantienen la pose ocho minutos, de forma que ese es el tiempo en el que ha planteado cada obra. Luego, en su estudio de Churriana, dedica horas a trabajar sobre esa idea inicial que no admite rectificaciones.
Formado en la Escuela de Arquitectura de Sevilla, su pasión por el dibujo lo acompaña desde la infancia. En 1996 optó por las artes plásticas y comenzó a asistir a la Facultad de Bellas Artes. Desde entonces no ha parado de experimentar.
La muestra reúne una treintena de dibujos y una gran escultura plana realizados entre 2019 y 2023. Piezas que ahondan en su juego entre el fondo y la forma con guiños al op-art. Aunque en muchas de estas creaciones se siguen reconociendo las facciones humanas, en otras, segmentación, asimetría y síntesis le acercan a la abstracción.