Sonsoles Brilhantes (Zambujeira do Mar / Portugal, 1974) ha ido construyendo su particular cosmogonía con el mismo pulso firme y claridad de ideas con que debutó a mediados de los años 90.
Hija de portugués y andaluza, sus inquietudes y ese maridaje peninsular la han llevado a experimentar con todo tipo de soportes y opciones formales al compás de sus azares biográficos, esos que la han llevado allá donde la mandaba su corazón: dibujos, collages y apropiaciones han convivido en su obra con un gusto bizarro por lo objetual y la performance con la misma naturalidad con que la artista debió entrar en la cárcel, para penar por una turbia historia, y salió de ella persiguiendo otra aventura sentimental que la llevó hasta Edirne (Turquía), ciudad en la que concibió y realizó su performance Bir Kirkpinar Efsanesi, en 2007, y en la que reside desde ese entonces. Exposición comisariada por Pablo Sycet Torres, Una antología emocional recorre toda la trayectoria de Sonsoles Brilhantes a través de 20 obras escogidas –tantas como años han transcurrido desde su debut en 1995– que sorprenden una a una por su formalidad, pero también brillan como un armónico conjunto a través de un hilván invisible que las vincula y logra establecer entre ellas ese diálogo atemporal capaz de crear un verdadero corpus artístico y emocional. La exposición arranca con Maridán, un ensamblaje de 1995, y concluye con la instalación Metropolitana, de 2015, creada expresamente para la exposición homónima celebrada en la sala DBAT. Y, entre una y otra, se articula esta selección de obras que definen un proceso creativo tan personal como intenso -que en España tiene escasos referentes directos- y que incluye el múltiple graNADA, editado por la Galería Sandunga en el verano de 1997 con motivo de la exposición temática “Al aire de Granada”. Todas ellas transidas por el halo de esa estirpe duchampiana que reivindica el maridaje del azar y del objet trouvé como una manera de entender la práctica del arte.