El yacimiento arqueológico ubicado en la antigua Plaza de Armas del Alcázar Real ha sido testigo del discurrir histórico de la ciudad. Así los legados turdetano, romano, musulmán y medieval confluyen en este lugar en el que se puede decir que Écija nace.
Las diversas campañas arqueológicas ponen de manifiesto evidencias de ocupación desde el siglo del IX a. C., con una continuidad en el uso del espacio que llega hasta época presente. A través de estas intervenciones desarrolladas desde 1999 se ha logrado sacar a la luz importantes vestigios, entre los que sobresalen los de época romana.
En la época del Al- Andalus se convertiría en el alcázar de Istiya, la Écija mususlmana. Tras la reconquista de la ciudad en 1240 por las tropas castellanas, la fortificación será administrada por diversos alcaides nombrados por el rey. Tras varios siglos de deterioro, en el siglo XVIII se convirtió en un picadero de caballos, de ahí que se le conozca popularmente en la ciudad como barrio del “Picadero”. [Tras ser ocupado por viviendas infraviviendas en 1999 se inicia la recuperación del espacio para su estudio]
En su interior destacan los restos de un edifico turdetano, cuyas funciones están relacionadas con el culto y diversas estancias romanas ricamente decoradas con mosaicos, pavimentos marmóreos y pintura mural en un excepcional estado de conservación. Desde los restos de la fortificación musulmana se puede divisar toda la ciudad.