El final de la Feria se hace coincidir siempre con el segundo domingo del mes de agosto. Iniciándose, por tanto, el miércoles de dicha semana.
El cartel anunciador del festival flamenco “Pedro de la Timotea” anuncia el primer día de feria, primeras figuras del cante y el baile se dan cita en esta localidad. Considerada por todos aquellos que han tenido la oportunidad de visitarla como una de la de más prestigio de la Comarca, a la que acuden todos aquellos herrereños que tuvieron que emigrar y por ninguna causa quieren perderse la Feria de su pueblo natal.
El Parque Municipal, un recinto que posee una frondosa arboleda, jardines y calles de albero, invita al lucimiento de cualquier acontecimiento. Más de sesenta casetas, entre particulares y públicas, se instalan para la celebración de la Feria herrereña. El calor reinante durante el mediodía no supone contratiempo alguno para acercarse a la feria y disfrutar del ambiente. Un buen salmorejo elaborado a mano, el típico tapeo, antesala de una suculenta comida, proporcionan a los presentes la satisfacción de disfrutar de la Feria. Con el transcurrir de los años, la Feria de mediodía está ganando en esplendor. Dicen los que la viven con más intensidad que el ambiente es totalmente distinto: carrera de cintas a caballo, tertulia, elaboración de una buena comida: por ejemplo un buen salmorejo elaborado a mano, con productos de la tierra, entre ellos el aceite puro de oliva, visita a las casetas donde se comparte el vino de la tierra , incluso la despreocupación de no tener en cuenta el vestuario para esta ocasión, después de comer, cantar y bailar, una cita con el deporte, el Trofeo de Fútbol Villa de Herrera nos lleva al Campo Municipal de Deportes para animar a nuestro equipo. Hay quién prefiere disfrutar de un espectáculo de doma vaquera celebrado éste en un recinto colindante al de la feria. Caballistas, amazonas y coches de caballos, engalanados para la ocasión, pasean por la calle principal del recinto ferial, dando un mayor lucimiento a la Feria durante el mediodía. Llegada la noche, la buena temperatura invita al paseo, a comprar en los puestos que se han ubicado con tal motivo, a pasearnos en las diferentes atracciones, todo esto antes de volver a adentrarnos en la magia de la Feria herrereña. Las actuaciones de primera línea consiguen que tanto los herrereños como las personas venidas de pueblos colindantes acudan a la Caseta Municipal. Los jóvenes herrereños se sienten orgullosos de su Feria, la caseta que la Delegación de Juventud ubicó para ellos, y así poder compartir su tiempo de ocio entre esta caseta y la Municipal, consigue que hasta primeras horas de la mañana siguiente las dos casetas se conviertan en un hervidero de gentes venidas de todas partes Después de la cena, y muchas horas de baile, los herrereños se trasladan a uno de los chiringuitos donde poder tomar un buen chocolate acompañado de una rueda de “jeringos” para reponer fuerzas. Para terminar, el Domingo, como en todas las ferias, un juego de fuegos artificiales ilumina el cielo herrereño anunciando el final de la misma.