En 1600 se declara el patronazgo en la villa de La Algaba, los moradores algabeños reclamaron la intervención del cura Bartolomé Martín de los Salvadores quién convocó al pueblo para que escogiera un patrono que fuese especial abogado ante la peste que azotaba al pueblo en el que morían decenas de personas todos los días. En el ofertorio de la misa mayor, el cura introdujo en un cántaro todos los nombres del santoral inclusas en cédulas y la mano inocente de un niño sacó dos, San Laureano y Santa Marta habiendo diferencias entre cuál de los dos, se ordenó repetir “el sorteo” y otro niño sacó de nuevo la cédula de Santa Marta.
La historia cuenta que la epidemia cesó como de milagrosa protección, aunque el cura al tercer día de la elección se infectó y murió. La gente fue olvidándose paulatinamente de la patrona hasta que en 1649 se nuevo se propagó la epidemia muriendo 417 personas y de nuevo se reclamó la intervención de Santa Marta quedando la villa liberada del azote de la peste.