Se celebra en un paraje cercano al núcleo urbano junto a las orillas del Guadalquivir, una romería en honor de San Isidro, que data de mediados de los años cuarenta del siglo XX. Esta celebración tiene la particularidad de que en los años en que la sequía ha sido pertinaz y las lluvias pocas se condena al santo protector de los agricultores a ser bañado en el río, si bien es cierto que algunos años es indultado de tan peculiar práctica. En esa fiesta todos los vecinos del pueblo comparten una monumental paella, recuerdo de la comida de hermandad de otros tiempos con la que eran obsequiados los labriegos menos afortunados.