La Semana Santa de Baena, declarada de Interés Turística Nacional y que aspira a conseguir el de Internacional, es un placer para los sentidos donde tiene un papel protagonista la figura del cofrade Judío, probablemente única entre los cientos de Semanas Santas diferentes que hay en España y del que llama especial atención su indumentaria, con chaqueta roja bordada, pantalón negro, camisa blanca, pañuelo anudado al cuello, una máscara colorista y casco de metal con impresionantes labrados, sobre el que luce un colorido plumero. La particularidad de sus cofradías y la riqueza de sus tradiciones convierten esta Semana Santa en un acontecimiento de indudable atractivo para el visitante y hacen a la localidad cordobesa poseedora de una de las celebraciones más peculiares.
Pero hablar de la Semana Mayor de Baena es además embriagarse con los colores y los sonidos, aprender un vocabulario cofrade propio, disfrutar de la artesanía y descubrir sus costumbres de primera mano. Y nada mejor para conseguirlo que la ayuda de los mismos vecinos de la localidad, personas que viven con intensidad su Semana Santa y están orgullosos de compartirla. Su carácter alegre, sociable y generoso es otro de los regalos que no se pueden desperdiciar. Uno de los rasgos distintivos de la Semana Santa de Baena es la estructura de sus cofradías. Cada una está formada por varias hermandades y cuadrillas. Así mismo, las hermandades pueden estar divididas en varias cuadrillas.
Además de las originales vestiduras y, sobre todo, de las artesanas máscaras que llevan casi todos los participantes, llaman la atenbción y los distingue, los estrambóticos cascos. De la parte trasera cuelgan crines de caballo, blancas o negras, que dan lugar a la distinción de este peculiar personaje en Judío Coliblanco o Judío Colinegro. Tal es su relevancia, que ha marcado a las distintas cofradías con un sello, dando lugar a la existencia de Cofradías Blancas o de Cola Blanca y Cofradías Negras o de Cola Negra.
Las turbas, que son el conjunto de cuadrillas de judíos, también están divididas en función del color de sus colas, existiendo ocho cuadrillas de colinegros e igual número en la cola blanca. Pero no hay que olvidar el elemento más importante y característico del Judío: “el artesanal tambor”, compuesto por fondo de metal, aros de madera, cordel de cáñamo, parches o pellejos de piel de cabra, chillones o bordones de tripa y baquetas de madera. Para colgarse el tambor se utiliza el tahalí, una pieza de cuero tipo cinturón o arnés rematado con un gancho.
Aunque de carácter religioso, esta Semana Santa, también ofrece un cierto tono festivo, motivado por el modo de celebrar estos pasajes bíblicos, a través de personajes singulares en esta ciudad. Son numerosos los actos, protocolos y desfiles de la Semana de Pasión. El tambor es el lazo de unión del populismo de la Semana Grande baenense y simboliza el clamor de la devoción a la Pasión de Cristo. Otra de las joyas de esta festividad es la presencia de ricas imágenes religiosas durante los pasos, como la del Cristo gótico del Perdón y el Cristo de la Expiración, declarada Bien de Interés Cultural.
Baena, casi en mitad del camino entre Granada y Córdoba, deslizándose en las laderas de un cerro, formando un conjunto urbano de calles sinuosas y estrechas, salpicado de viviendas tradicionales y casas señoriales, posee un rico patrimonio histórico y religioso. Aquí “hay castillos y leones, tumbas iberas y exvotos, templos romanos, iglesias cristianas, caminos sin fin y cuevas misteriosas, y olivos, y poesía. Y las voces de personas que un día fueron y otras que ahora son.” Mucho de todo ello se encuentra en el Museo Histórico y Arqueológico Municipal. Entre sus joyas destacan los leones iberos, los exvotos de Torreparedones, el cercano yacimiento arqueológico que cuenta paulatinamente su historia desde el siglo II a.C. las esculturas romanas, la colección numismática ibera y romana, formada por más de 2.000 monedas, y la sala de autores y artistas locales.
Hay mucho más que ver y disfrutar en Baena, desde la bellísima trama medieval del Barrio de la Almedina a su castillo ahora sometido a un ambicioso proceso de restauración y sus diferentes iglesias, especialmente la de Santa María la Mayor (siglo XVI), declarada Monumento Histórico-Artístico Nacional; desde los lagos de la Cueva del Yeso al Embalse de Vadomojón que da cuenta de modernos regadíos y facilita la actividad recreativa y deportiva. Y por supuesto, algunas de sus almazaras donde se elaboran varios de los mejores aceites del mundo y el atractivo Museo del Olivar y el Aceite de Baena.
Como platos típicos de la gastronomía baenense destacan, entre otros muchos, el salmorejo, que puede degustarse solo o acompañando a otros platos como la tortilla de patatas, berenjenas fritas, melón, jamón o huevo duro picado; el gazpacho, que también se puede elaborar con habas y almendras, ajo blanco y acompañarlo con manzana pepino o pasas; el delicioso revoltillo baenense (a partir de verduras variadas, como espárragos, habas, ajetes... huevo y jamón); la sopa de pescada (ajo, cebolla, tomate, cáscara de naranja amarga, laurel, tomillo, hierbabuena, vinagre, limón, aceite, sal y agua); el empedraíllo (plato que se hace con arroz, garbanzos, tomate, pimiento, cebolla, habichuelas, laurel, ajos, aceite, azafrán, sal y agua).