La Semana Santa de Écija se origina a finales del siglo XV y destaca por sus pasos barrocos e imágenes con siglos de historia.

Procesionan trece hermandades, entre cuyas imágenes destacan el Cristo de la Salud, talla de 1500, el Cristo de la Yedra, talla de 1630 atribuida a Juan de Mesa, el Cristo de la Expiración, talla del siglo XVII de Pedro Roldán, el Cristo de la Sangre, obra de Gaspar del Águila de 1567, o el paso del Santo Entierro, cuya urna está realizada en madera y recubierta por láminas de carey con incrustaciones de plata de ley, realizada en 1711.

En Écija se conserva el estilo ‘ecijano’ en el que los pasos son portados a hombros por hombres vestidos con túnicas y capillos, colocando las imágenes sobre altas peanas o canastillas de proporciones cuadradas e iluminándolas con candelabros de guardabrisas, llamando poderosamente la atención la verticalidad de los conjuntos. Un ejemplo de este estilo es el paso del Cristo de Confalón.

Lo singular…

La calidad de sus imágenes y su discurrir entre la monumentalidad del centro histórico de la localidad.

El momento…

El Miércoles Santo cuando cientos de vecinos acompañan a San Gil con luces de promesas y oración, suscitando gran devoción. También muy emotivo es el canto al Cristo de la Sangre, entre olores de canela y clavo, que se produce el Jueves Santo.

Otros momentos de especial interés son los vividos el Domingo de Ramos, en el que los niños acompañan a la 'Borriquita'; el discurrir de la Yedra el Lunes Santo por el Barrio del Puente; el Silencio o la salida al alba de San Juan en la madrugada del Viernes Santo.

Digno de mención es también durante el Viernes Santo el paso de Jesús sin Soga en torno a la Iglesia de Santa Bárbara, la Piedad a su entrada en el Convento de la Merced o el recogimiento Solemne de la Sagrada Mortaja; así también el Resucitado, acompañado por niños vestidos de angelitos y mantillas blancas el Domingo de Resurrección.