El 36 Festival Internacional de Jazz de Málaga amplía horizontes y exhibe toda la riqueza y diversidad de formatos y estilos del género con un cartel que incluye a dos legendarias figuras del jazz vocal pertenecientes a dos generaciones distintas, Dianne Reeves y Sheila Jordan, a Dave Holland al frente del supergrupo Aziza y a cuatro instrumentistas de primerísima línea, los trompetistas Avishai Cohen y Paolo Fresu, el saxofonista Kenny Garrett y la pianista Hiromi. Del 3 al 9 de noviembre, el Teatro Cervantes será la sede de una edición en la que colaboran la Fundación ”la Caixa”, Cervezas Alhambra y la Fundación Sando y que mostrará una paleta más ecléctica y ambiciosa que nunca, en la que reconocidos solistas de viento, teclados y cuerda coinciden con vocalistas de primera división, homenajes a David Bowie y a Jack Kerouac y la Generación Beat e interesantes incursiones por las nuevas tendencias y por las raíces africanas de la música improvisada. Todo ello con un abanico de formaciones que incluye desde conciertos en solitario (Hiromi) hasta reuniones de estrellas como Dave Holland, Lionel Louke, Chris Potter y Eric Harland en Aziza y veteranas estrellas flanqueadas por pequeñas orquestas caso de Sheila Jordan con The Málaga Jazz Collective.
La trigésimo sexta edición valorará las trayectorias de dos de sus participantes, la estadounidense Dianne Reeves, cuya permanencia de más de tres décadas en la cúspide del jazz cantado le ha hecho merecedora del Premio ‘Cifu’, y la japonesa Hiromi, una intérprete tan original, versátil y virtuosa al piano y la composición que recibirá el premio Málagajazz, que precisamente nació para reconocer la maestría en su instrumento de un músico del Festival.
Los 7 conciertos del 36 Festival Internacional de Jazz de Málaga:
Paolo Fresu interpreta a David Bowie. Y solo esto sería suficiente para “ser noticia”. Lo hace en compañía de un reparto estelar que incluye a Petra Magoni, Filippo Vignato, Francesco Diodati, Francesco Ponticelli y Christian Meyer: la noticia es de primera categoría. “En cuanto me propusieron este proyecto [encargo del ayuntamiento toscano de Monsummano Terme, donde en 1969 Bowie hizo su primera aparición pública en Italia como un perfecto desconocido] me sentí honrado y emocionado -dice Paolo Fresu-. Decidí formar una banda única, creada especialmente, con grandes músicos eclécticos procedentes de diferentes experiencias, incluso lejos del jazz. Creo que es un gran valor. Acercarse a la música de David Bowie es una gran emoción y también una extraordinaria oportunidad para todos nosotros”. Fresu y compañía se hicieron con una treintena de piezas, entre ellas ‘Life on Mars’, ‘This is not America’, ‘Warszawa’ y When I live my dreams’. Cada miembro de la banda contribuyó a los arreglos, añadiendo variedad y dinamismo al proyecto. Petra Magoni, como vocalista, goza de la mayor libertad, pero el concierto sigue dependiendo del trabajo en equipo. Volviendo a las palabras de Fresu: “Bowie es un autor inmortal que siempre ha estado cerca del jazz. Intentaremos tener el máximo respeto por su arte, pero también ser proactivos, aportando una mirada nueva a estas canciones”.
La japonesa Hiromi (Hiromi Uehara, Shizuoka 1979) es una excepcional pianista y compositora de jazz conocida por poseer una virtuosa técnica y ofrecer unas actuaciones llenas de energía en las que mezcla temas propios de diferentes estilos, desde el jazz hasta el rock progresivo pasando por la música clásica, el funk, el blues y la música de fusión. Fue un encuentro casual con Chick Corea en Tokio cuando tenía solo 17 años y que acabó al día siguiente con unas improvisaciones a dúo en el concierto del pianista de Return to Forever lo que animó a esta estudiante de piano clásico a introducirse en el género sincopado. Desde el lanzamiento de su primer disco, Another mind, en el año 2003, ha electrizado al público y crítica en ambos hemisferios del mundo con una energía creativa, una complejidad y sofisticación que desafía los parámetros convencionales de jazz. La lista de influencias de esta artista que fue una de las invitadas principales en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 no tiene límites. “Me gusta Bach, me encanta Oscar Peterson, Franz Liszt me encanta, me encanta Ahmad Jamal”, dice. “También me gusta gente como Sly y Family Stone, Dream Theatre y King Crimson. Además, estoy inspirada por los deportistas como Carl Lewis y Michael Jordan; básicamente, me inspira cualquier persona que tenga grandes energías”. Hiromi compone para distintos formatos: lidera distintos combos (Hiromi’s Sonicbloom o The Trio Project), se presenta en solitario (un ejemplo es su penúltimo álbum, Spectrum, un disco inspirado en distintas tonalidades y ritmos asociados a los diferentes colores) y compone para agrupaciones de música clásica (su último disco, Silver lining suite, está escrito para quinteto de cuerdas y piano).
Siempre mirando hacia adelante. Así es como se desarrolla la carrera de este aventurado músico israelí afincado en Nueva York desde hace más de dos décadas. Desafiando los límites de los géneros. Partiendo del post bop y retorciendo los lindes del jazz contemporáneo mientras tantea la vanguardia, la música klezmer o la improvisación, como demuestra en su último álbum, el magnético Naked truth (2022), el quinto que publica ya en el emblemático sello ECM de Manfred Eicher. En formato de trío o de cuarteto, el formato en el que le escucharemos en Málaga, y siempre con el sonido de su trompeta como seña de identidad, marcado por la influencia de Miles Davis u Ornette Coleman. La suya es música profundamente evocadora, azarosa, en perpetua búsqueda de la belleza allí donde pocos se atreven a buscarla. Toda una experiencia.
Hay búsqueda y anhelo en Naked truth, así como belleza cruda y vulnerabilidad en el sonido de la trompeta de Avishai Cohen, en la que es su grabación más improvisada de ECM hasta la fecha. Naked truth es música del momento, encontrada y moldeada en el transcurso de una notable sesión de grabación en el sur de Francia que adopta la forma de una suite extemporánea. Durante la mayor parte de su duración, el trompetista israelí dirige con esmero el camino, seguido de cerca por sus compañeros de toda la vida -el pianista Yonathan Avishai, el bajista Barak Mori y el baterista Ziv Ravitz-, que comparten una comprensión intuitiva, muy atentos a los énfasis sutilmente cambiantes de la música.
La combinación de grandes talentos puede dar lugar a un exceso de lucimiento personal. Como en un corral con demasiados gallos. Más aún si son grandísimos instrumentistas. Pero no tiene sentido explayarse en un solo (de guitarra, de bajo o de batería) si no es al servicio del proyecto común. Y eso lo han tenido siempre muy claro el británico Dave Holland, el bajista que se hizo conocer por saltar rápidamente a la primera división jazzística al ser fichado con solo 21 años por Miles Davis para su gran banda eléctrica de finales de los sesenta y primeros setenta, y sus compañeros de viaje en un cuarteto plenamente democrático. El músico que grabó parte de Filles de Kilimanjaro en el 68, que ya fue miembro oficial en los seminales In a silent way o Bitches brew y que visitó en 2017 el 31 Festival Internacional de Jazz de Málaga en formato trío vuelve ahora a Málaga con el saxofonista norteamericano Chris Potter, el guitarrista de Benin Lionel Louke, y el batería norteamericano Eric Harland. O lo que es lo mismo, Aziza. Así bautizados en honor al poder sobrenatural de una raza de habitantes del bosque capaces de dar consejo espiritual en el África de Lionel Louke. Esa sabiduría se palpa en la música de este cuarteto ‘all stars’. Y se nota que, para cuando grabaron el homónimo Aziza (2016), ya llevaban un tiempo rodándolo sobre los escenarios, porque atemperan la tentación del virtuosismo exhibicionista en pos del bien común. Uno para todos y todos para uno. Por algo cada uno de ellos firmó dos de los ocho cortes del disco, en equitativo reparto. Por fin un supergrupo que hace honor a su nombre, y que en directo es una máquina engrasadísima. Todo un espectáculo.
Kenny Garrett se dio a conocer cuando era muy joven. Nacido en Detroit, empezó a tocar saxo, clarinete y flauta en su ciudad, y a finales de los años 70 fue invitado a formar parte de la Duke Ellington Orchestra, dirigida entonces por Mercer Ellington. Con esta célebre big band recorrió medio mundo y tras afincarse en Nueva York participó en las jam sessions de George Coleman y en las big bands de Mel Lewis y Frank Foster. En 1984 grabó su primer disco como líder, junto a Woody Shaw y Nat Reeves entre otros, y al año siguiente registró un disco dentro del grupo Out of The Blue (banda impulsada por Blue Note para impulsar los trabajos de sus jóvenes estrellas). Poco después, y tras acompañar a Freddie Hubbard, se incorporó al grupo del batería Art Blakey y unos meses después al de Miles Davis. Garrett ha grabado un gran número de discos como líder y, además de con Hubbard, Blakey y Davis, con muchos otros grandes del jazz, como Joe Henderson, McCoy Tyner, Pharoah Sanders, Marcus Miller, Herbie Hancock y Ron Carter. Garrett ha visitado dos veces el Festival Internacional de Jazz, la primera en 2008 en la gira mundial de la Five Peace Band, en la que compartía escenario con Chick Corea, John McLaughlin, Christian McBride y Vinnie Colaiuta, y cuyo disco Five Peace Band Live ganó un premio Grammy. La segunda, en 2012, sirvió para que presentara en formato quinteto su álbum Seeds from the underground, en el que homenajeaba a sus héroes musicales (Duke Ellington, Thelonious Monk, Jackie McLean, Roy Haynes, etc.). Y ahora regresa con un aclamado disco, Sounds of the ancestors (Mack Avenue, 2021), un trabajo que rememora los sonidos de sus antepasados africanos, ya sean influencias de sonidos religiosos, oraciones, canciones de los campos de trabajo o cánticos yoruba. En Sounds of the ancestors rinde tributo a compañeros y amigos como Roy Hargrove, Art Blakey y Tony Allen a la vez que fusiona sonidos ancestrales y contemporáneos provenientes de Francia, Cuba, Nigeria y Guadalupe, con referencias tanto a Chucho Valdes como a John Coltrane.
Una historia sobre los cien años de Jack Kerouac, la Generación Beat, la prosa experimental y la comunión entre jazz y literatura. El 36 Festival Internacional de Jazz presenta On the road (100 años con Jack Kerouac), una producción original y concebida en Málaga, donde la estrenará un mito del jazz vocal de los años sesenta en adelante y una agrupación que reúne a parte de lo más selecto del panorama local del género. The Málaga Jazz Collective está preparando con esmero esta conexión entre la Generación Beat, el bebop y la capital de la Costa del Sol implicando a Sheila Jordan, una de las pocas auténticas leyendas de la época dorada del jazz que aún se encuentran en activo (a sus 93 años sigue recorriendo los escenarios). Íntima de Charlie Parker y mujer de su pianista -Duke Jordan-, en su loft de la calle 26 Parker pasaba días y noches y allí organizaba sus jam sessions. Sheila fue parte esencial de aquellos años libres y salvajes.
Sheila Jordan comienza su carrera en la adolescencia ganándose la vida como cantante en los clubes de Detroit con músicos como Kenny Burrell y Barry Harris. Una vez trasladada a Nueva York, estudia con Lennie Tristano y comparte vida y escenarios con gigantes como Charles Mingus o Charlie Parker, desafiando la desaprobación que causaba al ser la primera vocalista blanca en trabajar principalmente con músicos negros y llegando a ser la primera mujer que firmó por la mítica Blue Note Records, donde publicó su excepcional Portrait of Sheila Jordan (1963), un disco donde resplandecía una voz de terciopelo, originalísima y de enorme creatividad. “Su voz gotea en los oídos como la miel caliente de una cuchara”, se ha llegado a decir de Sheila, quizá la última depositaria del legado del bebop. La vocalista se embarca ahora junto a The Málaga Jazz Collective en la aventura de rememorar en las tablas On the road, el libro referencial de la Generación Beat, unos poetas y novelistas que vivieron a velocidad de vértigo con una mirada libre e innovadora tanto ante la vida como ante la música y la literatura, unos escritores que plasmaban en sus textos el rompedor jazz de los jóvenes músicos hastiados de tocar swing en grandes salones de baile.