Acid Mothers Temple los auténticos reyes de la psicodelia nipona, se adentran en una nueva fase este año con la llegada del vocalista Jyonson Tsu, cuyos directos en solitario, progresivos y teatrales, usando un lenguaje inventado prometen dar nueva vida a las ya de por si lisérgicas actuaciones del grupo.

La banda japonesa combina como pocas la familiaridad con la sorpresa, y con mucho aplomo. Tanto que se han convertido en la quinta esencia de la experiencia psicodélica aplicada al rock post-moderno.

Fundada en 1995 (aunque adquirió su nombre actual en 1998, el de antes aún era más largo y raro), esta formación mutante y de personalidad de comuna gusta de zambullirse en pasajes improvisados, espaciales y ácidos, entre guitarras y sintetizadores largos de café, hijos de Zappa y Hendrix. Hijos de Gong.

La Incredible String Band llevada al infierno cósmico. Al frente, el chamánico guitarrista Kawabata Makoto, motor de un colectivo que hace de la música religión mientras plasma su filosofía vital, ese haz lo que quieras y no hagas lo que no quieras hacer, en términos musicales que combinan como si tal cosa enseñanzas de Stockhausen con el krautrock y el rock duro progresivo de los 70.

Debutaron discográficamente hace dieciséis años y desde entonces, hiperprolíficos, han lanzado una ristra de títulos, bautizándose con varios nombres pero siempre con la misma idea libertaria tras su cogote. Esa que les llevó a grabar “Son Of A Bitches Brew” en 2012, álbum que sugiere lo que Miles Davis habría puesto en solfa de adentrarse más en el jazz eléctrico siguiendo la senda de Jimi Hendrix.