Dicen de él que es un ermitaño, enigmático, solitario, hermético. Podemos hablar de él por sus letras escurridizas, políticamente incorrectas, de su cabellera y barba hirsuta y un anormal talento como guionista de seductoras canciones donde los vaivenes cotidianos devienen en surrealismo perverso. Pero de su vida... de su vida no mucho. Que tiene 24 años y nació en Santander. Que después se instaló en Valladolid donde una noche conoció a Javier Vielba, el cantante de Arizona Baby, con el que hizo buenas migas. Esta relación daría como fruto conciertos y grabaciones. De todo lo demás prefiere no hablar. Camino ácido es su primer trabajo, un álbum indie repleto de paranoias por las que discurre un inusual ingenio y madurez impropia de su edad. Es una cara nueva y ya ha dejado fuera a gente en sus conciertos. Aunque a él esto no le importa.