El programa Campus Rock está organizado por el Servicio de Extensión Universitaria del Vicerrectorado de Responsabilidad Social, Extensión Cultural y Servicios.
Fueron dos bandas de provincias las que revitalizaron la escena musical española a finales de los ochenta. Lagartija Nick y Surfin’ Bichos, de Granada y Albacete, sobrevivieron a su destino de generación perdida y se convirtieron en bisagra –con otros que nunca salieron del subsuelo, como Cancer Moon o Los Bichos– para el estallido independiente de los 90. A estas alturas, nadie discute el estatus de Antonio Arias y Fernando Alfaro de padres del indie en este país. Ambos crearon comunidad y guiaron el camino de los grupos que llegarían después. También introdujeron sonoridades rotundas: por fin había alguien en España que seguía la estela voltaica de Sonic Youth, los Stooges o Spacemen 3.
Arias y Alfaro estaban destinados a encontrarse. De la misma generación –Fernando es un año mayor, pero Antonio comenzó antes, en la adolescencia, como bajista fundacional de 091–, los dos se han mostrado proclives en los últimos tiempos a repasar sus treinta años de carrera. Tres décadas. Hablamos de dos personalidades sólidas, cada uno con su particular y arrolladora aureola creativa. Fernando Alfaro, el letrista bíblico, firmó el Nuevo Testamento del rock alternativo. Por su parte, Antonio Arias introdujo los flashes visionarios y el collage distópico que la posmodernidad no proporcionaba. A la vez, ambos han serpenteado por la industria musical en todos sus ángulos, desde las multinacionales hasta la más pura autogestión.
Por tanto, este particular acercamiento encima de un escenario servirá para hacer un ejercicio de catarsis conjunta. Dos biografías apasionantes, cara a cara. Sus aciertos, sus suicidios, sus caídas y levantamientos. Dos tótems de la música española acompañados de la dirección escénica de Miguel Angel Blanca. Un lujo