XXIII NOCHES EN LOS JARDINES DEL REAL ALCÁZAR
Bernardo Parrilla y Javier Galiana han compartido música desde hace más de quince años recorriendo escenarios por todo el mundo, destacando el Festival Internacional Cervantino (Méjico), el SORI Festival (Corea) o el Yokohama Jazz Festival (Japón). En este concierto, realizan un homenaje muy particular a la obra y vida de la leyenda Charles Mingus donde reinterpretan composiciones propias del contrabajista, y otros temas de otros músicos como Duke Ellington o Don Pullen que Mingus también grabó. Cada concierto se convierte en una experiencia nueva, pues surge de la conversación e interacción de estos dos músicos a través de cada una de sus improvisaciones. Debido a la extensa y variada trayectoria de ambos intérpretes en el mundo de la música, cada pieza puede llevarnos del jazz más tradicional a la improvisación más libre, pasando por el blues, el flamenco o la música clásica.
Bernardo Parrilla / Saxofonista, flautista y compositor finaliza la carrera en la especialidad de saxofón clásico con matrícula de honor en el conservatorio superior de música “Manuel Castillo” (Sevilla). Tras finalizar sus estudios superiores, se traslada a Utrecht (Holanda) para estudiar un máster en interpretación con el prestigioso saxofonista Johan Van der Linden. Durante los tres años que vive en Holanda tiene la oportunidad de colaborar con la Orquesta Filarmónica de Rotterdam, o el ensemble de vientos “Nederland Blazers Ensemble” además de compositores como Roger Doyle, con el que estrena una obra en el teatro Concertgebouw de Amsterdam. Su trayectoria como profesional le lleva a tocar y a grabar junto a artistas flamencos como Estrella Morente, José Mercé, Raimundo Amador o Enrique de Melchor. En el ámbito del jazz, ha colaborado con grupos como Naftule (Holanda), la Andalucia Big Band, la Big Band del Taller de Musics, La Canalla o La Bejazz (España). Ha actuado en teatros y festivales por todo el mundo (Corea, Méjico, España, Holanda, Colombia, Marruecos, Portugal, Francia, Alemania o Pakistán) destacando el Festival Internacional Cevantino (Méjico), el SORI Festival (Corea), Yokohama Jazz Festival (Japón) o el Gnaoua Festival de Essaouira (Marruecos).
Javier Galiana / Músico de Cádi-Cádi (1975) que se formó con Antonio Reguera y en Barcelona, en la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC), y fue su flamante primer licenciado en piano jazz. Vivió en Río de Janeiro, en Lisboa, un poquito en Nueva York y en la plaza de San Antonio. Forma parte de una suerte de especie protegida: pianistas de una ciudad milenaria que contaba con el Salón Quirell, donde Falla estrenó sus obras juveniles, en la que los padres burgueses compraban pianos para sus hijas sicur como chucherías. Uno de los cien mil pianistas hijos de Manuel de Falla. Gourmet contra los gourmets, vazquezmontalbaniano profundo, borgiano de Thelonius, flamenco de Ellington, el Bill Evans de El Cambalache, Bola de nieve en el sofrito, John Berger metío en manteca, compare del trompetista Julián Sánchez, es el hombre que todo lo arregla: desde las canciones de Silvia Pérez Cruz hasta tangos de carnaval para big band. Malandro limón que se fue de gira mundial con Manu Chao, estudia a Aristóteles y toca en el Trío Garum, La Canalla, en Tomate, Trío y Cebolla, en Tumbando a Monk y en doscientos grupos más. Dicen de él que lo han visto como cansautor en chiringuitos de playa, rockero con gafas, florero sonoro en bodas, bautizos y comuniones, de estrella del rock en estadios de fútbol. Ha escrito, música para teatro, de músico actor. “Espejo, capricho escénico” fue nominada a los Premios Max y ganó el premio Lorca a la composición musical. Ha escrito, dirigido y grabado la Suite Trafalgar, de la que dicen maravillas, entre otros Faustino Núñez y José Miguel López, de Discópolis. Y ha colaborado con el escritor David Monthiel para pasearse por Cádiz y sus cosas en “Cádiz dentro de un piano”. Galiana es de los que prefieren tocar. El hecho físico de estar en el sitio y en el lugar, la experiencia compartida de la música, la vibración del cara a cara, suceso este que le es perjudicial de cara al mercado de grabaciones, ya que nunca está al día con las cuentas del capitalismo de la grabación. Quizá por eso habla de los ratones que acaban en un disco frente a la vivencialidad del directo, de la improvisación, del aquí y ahora. Galiana juega aún y hace posible que siga mereciendo la pena el acto creativo. Sigue tocando. Componiendo música. Arsa.