Vástagos 2.0 del tropicalismo que arrasó en el Brasil de los 60, Boogarins invitan en cada álbum y en cada concierto a un trip lisérgico que bien podría arrancar en el “Rubber Soul” de los Beatles, hacer parada y fonda en la psicodelia barrettiana de Pink Floyd y llegar a su destino codeándose con compañeros de viaje contemporáneos como Temples. Eso sí, recogiendo por el camino autoestopistas de la talla de Caetano Veloso o enredándose de farra con Os Mutantes. Show de bola, que dirían ellos.