Fernando Almeida y Benke Ferraz, Boogarins, crecieron lejos de las metrópolis culturales de Sao Paulo y Rio, pero aún así la influencia del legado musical de grandes iconos de su país como Os Mutantes es patente en su pop psicodélico con espíritu abiertamente DIY y huyendo del exotismo de postal para reinventar la tradición brasileña entre punzadas de fuzz y canciones de una belleza atemporal.
Autodidactas y empleando equipo prestado en el sótano de casa de sus padres, compartiendo alma y espíritu con el tropicalismo pero iluminados por el actual underground internacional, la pareja consigue una foto perfecta y luminosa de sus jóvenes sueños y ambiciones en As Plantas Que Curam (Other Music/Fat Possum, 2013).
Manual, su segundo larga duración es un trabajo en el que los Boogarins nos sorprenden con su particular fusión de rock y psicodelia, que va acompañada de un delicioso aroma a trópico, ritmos que nos evocan en cierta manera el sonido de los clásicos de la música brasileña de la segunda mitad del pasado siglo, especialmente la de los años 60. En este disco, el sonido de los Boogarins se torna más sofisticado, más sinfónico, pero mantiene toda su calidez y sus letras siguen siendo igual de combativas y críticas que lo han sido a lo largo de su carrera.
La banda brasileña alternativa que más gira por el mundo vuelve sin aviso previo con Lá vem a morte, un álbum mitad cancionero y mitad experimental. Boogarins propone una nueva y sorprendente experiencia musical más allá de la neopsicodelia.
La ingenería de sonido que desarrolla Boogarins no tiene igual en el mundo. Aunque la prensa de Brasil suele situar a la banda entre las hordas neopsicodélicas, sus miembros están mucho más allá de la sonoridad deudora del pasado –o de Tame Impala– que abunda en estos tiempos. Lá vem a morte, su tercer álbum de estudio, llegó sin aviso previo; no hubo adelantos ni demasiado ruido en las redes sociales. Llegó como suele llegar la muerte, que es el personaje que se pasea de manera constante por el disco. Y también, como la muerte, tiene caras distintas.