El eco de Miguel Flores, «El Capullo de Jerez», encierra los secretos del flamenco más rancio. Es un artista a la vieja usanza, formado desde niño en la escuela de la vida y cantaor las veinticuatro horas del día. Un intérprete absolutamente personal, a quien se puede identificar, sin la más mínima duda, casi antes de que empiece a templarse. Posee el genuino soniquete de su tierra, pero aborda los cantes de una forma que le diferencia con claridad de todos sus paisanos. Como los grandes creadores, ha acuñado un sello propio. En el panorama flamenco de comienzos del siglo XXI, cada vez más monocorde, El Capullo resulta un personaje felizmente incatalogable.