Chencho Fernández se erige en cronista de la Sevilla oculta.
Sus canciones funcionan como recreaciones de su vida; se trata de una serie de vivencias con un mismo protagonista y en un mismo lugar. Un paseo por Sevilla como si fuera Nueva York; la indolente entrega a la contemplación, al amor sin derecho de propiedad. Una muerte dulce, española, mediterránea y latina; una canción de amor; un nuevo orden.