Eduardo Tébar (periodista, rastreador musical y coleccionista de discos) lleva años ofreciendo sesiones excitantes en numerosas cabinas. Un paseo longitudinal por sonidos y estilos, por décadas y corrientes, donde el baile no está reñido con la emoción y con la sorpresa. Dentro de su versatilidad y eclecticismo, tiende a definir sus veladas como el trayecto de «Bo Diddley motorizado en La Habana». Ahí entran los secretos del planeta azul de Art Blakey. La escuela más montuna de la Fania. Los ritmos entre el Shing-A-Ling y las descargas salseras. Sin olvidar la Italia de Celentano y Battisti. O la Francia de Dutronc y Christophe. Las suyas son sesiones de ida y vuelta.