Sevilla, el Sol, las palmas y la basura. En el seno de los iconoclastas Pony Bravo se gestó hace más de un lustro un proyecto paralelo de espíritu peleón y formas nada ortodoxas, a medio camino entre P.I.L., The Fall, ESG, Mars y unos Einstürzende Neubauten de corralón. Hablamos una banda de nombre agreste que acostumbra a golpear con la saña de una vívora aspid, a rastrear la cochambre con la pasión de unos auténticos chatarreros del ruido y a reciclar el feísmo de una sociedad voraz a través de una dinámica creativa donde el payaso siempre es el que ríe el primero. Su debut, ‘Déjese llevar’, un latigazo sonoro macerado con sosa cáustica, nos llegó envuelto en una bolsa customizada para excrementos caninos, peculiar packaging que ejemplificaba perfectamente la naturaleza incómoda y depredadora de la banda. Tras un largo periodo de inactividad, Fiera rompe su periodo de hibernación con un nuevo disco bajo el brazo (el flamante ‘Aljarafe’, cínica puesta en escena de todos los vicios de esa clase media-alta residente en el municipio sevillano que da nombre al álbum editado con el nuevo sello Humo). Y vuelven reducidos a dúo, pero con  la lección bien aprendida: las aguas tranquilas no hacen buenos marineros. Del post-punk al avantgarde, pasando por la no-wave, el rock industrial, la electrónica más herrumbrosa y el molesto ladrido del perro del vecino. El necesario regreso de unos activistas sonoros de aspiración art-punk.