El Ciclo de Flamenco propone esta temporada trazar un arco que enlace el pasado y el futuro del género, ese puente de conexión indudable que, desde la tradición de la vieja sabiduría flamenca, proyecta al arte hacia sus nuevas aventuras contemporáneas en u
El espectáculo de lleva en su propio nombre su sentido: la memoria. El flamenco es posible a los setenta y más en la edad de sus artistas. Lo que se aminora en ímpetu se gana en conocimiento y la memoria recuerda, reconoce y manda. Aquí se muestra, por las tres vertientes, una antología del arte según la interpretan maestras y maestros que fueron y son grandes. El Ciclo de Flamenco propone esta temporada trazar un arco que enlace el pasado y el futuro del género, puente de conexión indudable que, desde la tradición de la vieja sabiduría flamenca, proyecta al arte hacia sus nuevas aventuras contemporáneas en un gesto de renovación continua. Ellos son la fuente de inspiración para nuestras futuras promesas, la base, el espejo donde fijarse. Canela de San Roque, Carrete de Málaga (en la imagen), Gómez de Jerez, El Boquerón, José Menese, Merengue de Córdoba, Paco del Gastor, Paco Taranto y el Cuadro de las Viejas del Barrio de Santiago de Jerez con la colaboración especial de Ramón Amador. Un espectáculo para contemplar la madurez artística que será el contrapunto del espectáculo de febrero titulado Divino Tesoro. Así, el flamenco hace “Memoria” y no olvida que es un arte de madurez viva en una reunión antológica de grandes maestros que fueron, y lo siguen siendo, aún a sus más de 70 años.