Cantes de diciembre
Remontado por los especialistas tanto a la tradición castellana de la Edad Media como, en paralelo, a la del mundo arábigo-español, el villancico flamenco es una de las formas musicales populares -especialmente, el derivado de las bulerías- más bellas y participativas, pues preside y alienta las tradicionales zambombas y otras reuniones familiares que celebran el nacimiento de Jesús de la cultura andaluza, donde el villancico engrosó la estética flamenca aportándole gran altura literaria desde que los poetas cultos, a partir del siglo XVIII, empezaron a escribir villancicos en un lenguaje accesible para el pueblo.
Hoy, y más aún en la voz sensible de Manuel Lombo, es una forma musical maravillosa que derrocha una gran emoción colectiva. El sevillano Manuel Lombo, que ha dedicado al género discos como Cante, incienso y mirra, lleva desde 2010 girando espectáculos centrados en el villancico, tanto tradicionales como compuestos por él mismo, por iglesias, catedrales y teatros con un enorme éxito.
La clave quizá esté en la mezcla irresistible de su talento y sensibilidad. Ese don ubicuo que le permite desplazarse desde el flamenco ortodoxo -que aprendió en la Fundación Cristina Heeren de José de la Tomasa y Naranjito de Triana- hasta transformarse, homenajeándolo, en la memoria del revolucionario Bambino o compartir escenario con la soprano Ainhoa Arteta, mezclando el cancionero de la Navidad popular con el de la tradición culta.
Empático y seductor, figura de gran carisma en escena, Manuel Lombo, escoltado por más de una decena de músicos sobre el escenario, regresa al Maestranza para celebrar toda una fiesta navideña que incluye En el portal de Belén o Campanilleros. Para que vayan entonando la fiesta en casa.