FLAMENCO10
Existe un pequeño territorio -o tal vez sea un instante- donde el acto creativo es nativo, límpido y salvaje. Donde la mente no comenzó a preguntar, ni el ego a temer, ni la expectativa a acomodarse en los hombros. Un tiempo libre, intimidante por no domesticado, por ser solo pulsión, energía sin nombre, dramaturgia con solo nudo, comunión pagana de cuerpo a cuerpo, baile sin juramento.
Rocío Molina, Premio Nacional de Danza, acoge este latido y, consciente de su fragilidad, lo conparte con el público, en una suerte de mirar el taller tras el telón y ser partícipe de lo procesual de la búsqueda artística.