40 FESTIVAL DE MÚSICA ANTIGUA DE SEVILLA (FeMÀS)

Las bodas de Cadmo y Harmonía

Una mañana, la princesa fenicia Europa recogía flores cerca de la playa de Sidón cuando observó entre las reses de su padre un toro blanco que le llamó la atención. Se acercó a él, lo acarició y al ver que era manso se subió a su grupa. Era Zeus que, prendado de la muchacha, le había tendido una trampa. Enseguida, el toro se echó impetuoso al mar, con la joven en su lomo, y nadando llegó hasta la isla de Creta. Allí le desveló su identidad, y Europa se convirtió en la primera reina de la isla.

Cadmo, el hermano de la princesa, salió en su busca, pero el oráculo de Delfos le dijo que se despreocupara de seguir su rastreo y Cadmo le hizo caso para acabar fundando lo que luego sería Tebas, donde se casó, por intermediación del mismo Zeus, con Harmonía, hija de Ares y Afrodita. Todos los Olímpicos acudieron al enlace. Este programa que presenta la OBS bien podría simbolizar ese espíritu en el que el carácter inquisitivo y explorador de Cadmo se funde con la concordia que representa su esposa para presentarnos un extraordinario panorama de la mejor música barroca de Europa (al fin rescatada). Viajamos así al siglo XVIII, con obras de cuatro grandes maestros en estilos diversos y entornos diferentes: Dresde, sede de la mejor orquesta de la época, en la que trabajó Zelenka; Cöthen, desde donde Bach escribió una serie de conciertos que dedicó a un marqués prusiano; París, escenario de las grandes creaciones teatrales de Rameau; Londres, donde Haendel participó de una campaña de propaganda para hacer popular entre los británicos a su nuevo rey alemán, Jorge I. Las cuatro obras nacieron en un período de apenas dos décadas y se acogen a las formas más características de la música orquestal del tiempo.

Zelenka estaba en 1723 en Praga asistiendo a la coronación del emperador Carlos VI como rey de Bohemia, pues para aquellos fastos había compuesto el Melodrama de Sancto Wenceslao, que se ofreció con enorme éxito, y aprovechó su estancia para escribir cuatro piezas instrumentales de amplio aliento, entre ellas la Simphonie à 8 concertanti en la menor. Se trata de una obra con elementos típicos del concerto grosso, pues los instrumentos (2 violines, 2 oboes, viola, fagot, violonchelo y bajo continuo) dialogan entre sí en diferentes agrupaciones. Así, el extenso primer movimiento es una pieza de aire vivaldiano en la que violín y oboe se enfrentan como solistas. El Andante está marcado cantabile y es un trío para oboe, violín y fagot de extraordinario lirismo. Sigue una galante gavota con oboes y violines al unísono y un nuevo Andante que empieza como un dúo para fagot y violonchelo con violines y viola acompañando en pizzicato, pero termina en una segunda parte marcada Allegro con violines y oboes otra vez al unísono hasta que del conjunto se despega un garboso violín solista. En los minuetos alternos de cierre los oboes vuelven a tocar junto a los violines mientras violonchelo y fagot se suman al bajo.

El Primero es el más singular de los seis Concerts avec plusieurs instruments que Bach reunió en 1721 para presentárselos a Christian Luis, margrave de Brandeburgo-Schwedt, a quien había conocido dos años antes en Berlín. Conocidos hoy como Conciertos de Brandeburgo, en las obras se mezclan elementos del concerto grosso con el concierto con solista e incluye algunos rasgos franceses. El I es el único concierto de los seis en cuatro movimientos, aunque el final no deja de ser un añadido en forma de suite de danzas, lo que afrancesa la obra y permite gran actividad a los instrumentos de viento. Se trata de una obra de amplia instrumentación, ya que incluye como solistas a dos trompas, tres oboes, fagot y violín piccolo. Es justo este último instrumento, afinado una tercera más alta con respecto al violín normal, quien lleva el mayor peso concertante de la obra. Es muy posible que Bach lo empleara por su sonido penetrante, que le permitía hacerse oír por encima del resto de la orquesta. Se trata de una obra muy colorística, en la que las trompas dan el toque cinegético tan característico de otras obras del período.

En el último tercio del siglo XVII, Lully definió el estilo general de la ópera francesa, que era el de la tragedia lírica, pero a su muerte, algunos compositores más jóvenes no dejaron de innovar creando géneros nuevos, así, la ópera-ballet, en la que partes cantadas y, sobre todo, recitadas ocupaban lugar secundario frente a la pujanza del baile. Rameau, el gran renovador del lenguaje lírico de Lully, no debutó en la Ópera hasta 1733, irritando con Hyppolite et Aricie a los lullystas más recalcitrantes, pero admirando a los buenos conocedores. Dos años después su primera ópera-ballet, Las indias galantes, fue un éxito tan extraordinario que en 1736 el compositor se vio obligado a añadirle a las tres originales una cuarta entrada, que habría de convertirse en la más famosa (Les Sauvages). Las reposiciones completas (1743, 1751, 1767) y las presentaciones parciales, que hacen un total de 320 representaciones documentadas en vida del compositor, dan fe del éxito de la propuesta. Algunos de los temas más populares de la obra, culminados por esa Danza de la pipa de la paz hecha célebre más allá del ámbito barroco, se reúnen en esta suite.

1717 fue un mal año para la monarquía inglesa. Jorge I, elector de Hannover, que en 1714 se había convertido en rey de Inglaterra un poco de carambola, tenía serios conflictos familiares con el príncipe de Gales y su figura no terminaba de calar entre los súbditos británicos. Así que en la casa del rey movieron ficha propagandística, organizando aquel verano una fiesta nocturna sobre el Támesis que llevaría música de Haendel, quien posiblemente recicló obras anteriores para algunos movimientos de una partitura que pudo ser concebida como dos conciertos o dos suites a los que se añadieron otras piezas. No ha sobrevivido manuscrito autógrafo alguno de esta Música acuática, cuyos números se han agrupado y presentado de formas muy diversas, aunque lo más habitual es hacerlo en tres suites, de la que la primera está en fa mayor y queda marcada por el color que le otorgan las trompas, que, aunque ausentes de la Obertura (con dos violines como concertino) y del Adagio e staccato (con un soberbio solo de oboe), tienen un protagonismo notable, conformándose casi como una banda callejera que crea fuertes contrastes con las secciones líricas en las que manda la familia de la cuerda o los violines dialogan con un trío de vientos en los que, por momentos, el fagot se convierte en actor principal.

Orquesta Barroca de Sevilla

La Orquesta Barroca de Sevilla, con sus más de 25 años de trayectoria, se sitúa incuestionablemente en el primer nivel de las agrupaciones españolas que se dedican a la interpretación de la música antigua con criterios historicistas.

La orquesta ha tenido el honor de ser dirigida por las principales figuras internacionales, algunas de talla mítica, entre las que cabe destacar a Gustav Leonhardt, Christophe Coin, Sigiswald Kuijken, Jordi Savall, Rinaldo Alessandrini, Monica Huggett, Harry Christophers, Alfredo Bernardini, Diego Fasolis, Enrico Onofri e Ivor Bolton, entre otros muchos intérpretes. Además de la intensa actividad que desarrolla en Sevilla a través de su Temporada de Conciertos, que cuenta ya 10 ediciones, se presenta en los más importantes escenarios españoles (Auditorio Nacional, Teatro Real, Teatro Arriaga, Teatro de la Maestranza…) y europeos (Thüringer Bachwochen y Brühler Haydn Festival en Alemania; Festival Musiques des Lumières de Sorèze, Salle Gaveau de París y Festival Baroque de Pontoise en Francia, y otros en Italia, Suiza…, por citar algunos).

La Orquesta Barroca de Sevilla posee una amplia discografía con los sellos Harmonia Mundi, Lindoro, Almaviva y, más recientemente, Passacaille, además de en su propio sello, OBS-Prometeo, dedicado a recuperar patrimonio musical andaluz. Sus grabaciones han recibido distinciones como el Editor’s Choice de la revista Gramophone, Excepcional de Scherzo, Ritmo Parade, Recomendable de Cd Compact y AudioClásica, 5 estrellas Goldberg, Melómano de Oro…

En el año 2011 le fue concedido el Premio Nacional de Música, otorgado por el Ministerio de Cultura de España. Asimismo, ha obtenido el Premio Manuel de Falla 2010, el Premio FestClásica 2011 y una Distinción Honorífica del Ayuntamiento de Sevilla. La OBS cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura y el Ayuntamiento de Sevilla, así como la colaboración de otras instituciones como Junta de Andalucía y Universidad de Sevilla.