NOCTURAMA 19.
JUAN AZAGRA: No hay mejor arma de seducción que una canción. Que le pregunten si no a Juano Azagra. Nadie mejor que el sevillano para saber del poder de una canción. Basta echar un vistazo a su trayectoria, antes en Bombones y ahora en All La Glory, o conversar con él unos minutos en su Record Sevilla, esa tienda de discos mítica donde se ha convertido en casi un trasunto del hornbyano Rob Gordon, para constatar lo que hablamos. Así que resulta toda una alegría poder disfrutar así de sus canciones. Porque aquí Juano se atreve, solo con su voz y su guitarra, a desnudar aquéllas que han jalonado su personalísima playlist: desde temas propios de ayer y de hoy a versiones de ajenos que, cómo no, él ha hecho suyas.
ROCÍO MÁRQUEZ: Si hay algo que caracteriza a los grandes artistas es su inquietud, su continua y sempiterna curiosidad. Y la de Rocío Márquez parece insaciable. Sus álbumes, desde aquél de título inequívoco (“Aquí y ahora”) hasta esa sentida reflexión sobre la autoría que es “Visto en El Jueves”, describen paso a paso esa búsqueda constante de su propia identidad. Identidad que encuentra compartiendo momentos con colegas tan dispares como Jorge Drexler, Christina Rosenvinge o Arcángel, arrancando aplausos por igual en el Teatro Real que en el Primavera Sound, alzándose con la Lámpara Minera un día e investida doctora cum laude otro. A curiosa, ya ven, nadie le gana a Rocío. Imaginen como artista.
MARÍA GUADAÑA: ¡Ay las curanderas! María Guadaña tiene algo, quizás mucho, de ellas. No en vano su primer trabajo, esa carta de presentación que se nos ha clavado bien profundo, responde a un nombre que deja escaso margen de error: “Remedios paganos”. Casi como un recetario para los males del corazón, el EP de debut de esta peculiar hechicera de sonidos macerados a fuego lento se torna también en un cancionero preñado de realismo mágico. Entre el cabaret arrabalero y los guiños al Grand Guignol (vean si no sus brutal sesión de fotos de promo), María Guadaña se mueve sobre las tablas como una versión patria de aquella Pj Harvey que más nos encandila. Ésa cuyas lamentos se convertían en ungüentos para nuestras heridas.
LOS VOLUBLE: Hermanos de sangre. Pero también de causa. Así son Pedro y Benito Jiménez, dos activistas sonoros que han hecho de la reivindicación a través de la fiesta y de la experimentación como discurso sus señas de identidad. Solos o en compañía de otros –Raúl Cantizano, Niño de Elche o Rocío Márquez no han dudado en sumarse en ocasiones a sus proclamas- los sevillanos llevan desde 1996 mezclando sin prejuicios flamenco y rap, películas domésticas y anuncios, Semana Santa y rave, populismo y política… y así hasta el infinito y más allá en un tapiz digital de folclore 2.0 que sumerge a todo aquél que cae ante su show en un suerte de trance tan hipnótico como sensorial. Y necesario, oigan