La actitud de Juventud Juché podría resumirse con una máxima tipo “hazlo fácil y hazlo por ti mismo”.
A partir de esa premisa la formación se lanzó desde su nacimiento -hace algo menos de un lustro- a un maratón de ensayos y (sobre todo) directos que les hicieron crecer y desarrollarse sobre el escenario.
Tras una serie de grabaciones previas, la evolución se plasmó en Quemadero, abrupto ejercicio de art-punk que demostró muchas cosas. Tal vez la más importante de todas, que a día de hoy no existen los sonidos “difíciles” si se afrontan con la suficiente pasión, inteligencia y fe en las propias posibilidades.
De todo eso Juventud Juché van sobrados, por lo que la recepción que Quemadero tuvo entre crítica y público fue entusiasta, permitiendo a la banda salir del circuito madrileño, patearse el país y seguir creciendo.