“Dispúsose el viaje del Príncipe Don Felipe, con toda su pompa y majestad. Personajes de las casas más ilustres le iban acompañando y sirviendo; hombres famosos en letras divinas y humanas, en artes y ciencias, formaban también en el lucido cortejo. Pensaban todos, y esta era la verdad, en que se presentaba la ocasión de un magnífico desfile de España ante Europa. Esta lucidísima comitiva, que representaba el poder y la fuerza moral y material de España, fue en todas partes recibida y festejada con los más varios y complejos artificios que el aplauso puede imaginar. Es el sucesor de Carlos V, el futuro Rey del pueblo más poderoso del mundo, quien viene a comprometer su auxilio en la defensa de la paz y del catolicismo” (Miguel Artigas, prólogo a la edición de 1930 publicada por la Sociedad de Bibliófilos Españoles de El Felicissimo Viaje, Juan Cristóbal Calvete de Estrella, 1552)