Suites orquestales de Bach
Existen justificadas dudas sobre las fechas de composición de las cuatro suites orquestales de Bach. Presumiblemente fueron escritas durante los años que el músico pasó en Cöthen como maestro de capilla del príncipe Leopold (1717-1723), que disponía de un excelente conjunto de cerca de veinte instrumentistas. Como la corte era calvinista, Bach no tenía la obligación de escribir música sacra y por eso su dedicación intensa a la instrumental, pero las suites han sobrevivido en manuscritos posteriores, del período de Leipzig (lo que tampoco resulta extraordinario: es sabido que muchos de los conciertos de Leipzig conocieron versiones anteriores en Cöthen). En concreto la fuente principal de la nº1 data de 1723, la nº4 es con seguridad anterior a 1725 (pues Bach utilizó parte de su música en una cantata navideña de aquel año), pero se ha conservado en fuentes de en torno a 1730, de la nº3 han quedado partes orquestales datadas en 1731, mientras la nº2 se conserva en un manuscrito de 1738-39. Se ha propuesto que 1ª y 4ª venían ya escritas de Cöthen, mientras las otras dos son obras nacidas en Leipzig, pero faltan certezas.
Cada una de las cuatro suites tiene una instrumentación propia y por supuesto no hay ninguna voluntad de ciclo. De hecho es posible que Bach compusiera más obras en este género (hoy perdidas; se sabe que la catalogada como BWV 1070, la supuesta suite nº5 es espuria y fue escrita muy posiblemente por su primogénito Wilhelm Friedemann), aunque ello no deja de ser una especulación. De hecho, se piensa que la forma no era especialmente querida por Bach, ya que el primer movimiento, que marcaba absolutamente la obra, exigía demasiadas convenciones. La suite orquestal había tenido especial predicamento en Alemania y era diferente a las suites para instrumentos solistas, tan características de los compositores franceses, que Bach cultivó en abundancia y podían encabezarse por preludios más o menos libres. En el caso de las suites orquestales, el movimiento inicial era siempre una Ouverture a la francesa (de ahí que estas obras a veces sean conocidas como suites-ouvertures), con sus solemnes inicios en ritmos con puntillo, seguidos de una sección rápida y fugada, cuyo estilo italiano Bach reafirma al hacerlas concertantes, para finalizar con una vuelta, no literal, de la sección primera. El resto de números de las cuatro suites conservadas de Bach, salvo el Rondeau de la 2ª, están en la típica forma binaria de las danzas barrocas.