Una fantasía de pasajes vanguardistas, surreales, flamencos y populares que encuentra ese «desequilibrio del que surge el contraste como bello efecto teatral» y sujeta al anacronismo que da como resultado la «condensación de una época», conceptos que seguía el poeta.
Estampas que amalgaman a miles de Federicos: del Federico surreal y experimental al Federico morisco, negro, judío, gitano y cristiano. Dos caras de una misma moneda que tiene como ceca la colaboración artística con Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola.