Dentro del mes del aniversario de Javier Krahe, desde La Tertulia homenajeamos la figura de este emblemático “tertuliano” con la visita de sus “huérfanos”…
LA SONRISA DE JAVIER KRAHE
Con miles de kilómetros compartidos y cientos de escenarios bajo los pies, Javier, Andreas y Fernando tardaron algo más de treinta años en conseguir que el Krahe se aprendiera sus canciones. Sus hilarantes equivocaciones eran, como las toses, un efecto estudiado al milímetro. Nada se escapaba al cálculo de tan taimado trío. Hasta tal punto, que fue tras la muerte de Javier cuando decidieron que lo echaban de menos. Resultó que, a la chita callando, el legado del ínclito Krahe había calado profundamente en muchas y variadas almas que clamaban por su ausencia. Decidieron, pues, que la única manera de sacarlo de la tumba sería la indignación de verse ensalzado en un continuo homenaje. Dicho y hecho: “¡Krahe, indígnate y canta!
…y como el Krahe no canta (por pereza), los tres con su Cinturón Negro de Karaoke acometen (con diligencia) la responsabilidad de hacer reír en la desgracia con su exuberante repertorio : donde hubo un Valle de Lágrimas se hace un Corral de Cuernos plagado de Versos de Tornillo, Cábalas y Cicatrices. Estas Querencias y Extravíos son inenarrables y, en consecuencia, nada más vamos a decir.
El virtuosismo exorbitante de un niño prodigio (que aún no ha madurado) como Andreas Prittwitz, capaz de reescribir cualquier catálogo barroco como si hubiera salido de su pluma y de acometer la improvisación más sorprendente como si tal cosa preexistiera; la sabiduría compendiada del contrabajista Fernando Anguita, que ha resumido en sí todo el arte del irrepetible cantaor-autor Javier Krahe y de toda la música gitana (desde el zíngaro al flamenco), siendo el único hombre que ha tocado el contrabajo cabalgando sobre un corcel por las tierras bárbaras (hasta que se cayó); el apabullante curriculum de un compositor tan versátil como imprevisible (previsiblemente pobre: del prestigio no se merienda) como Javier López de Guereña, con una deslumbrante nueva carrera como cantante atípico, no explican por sí solos que fueran músicos de Javier Krahe durante tres décadas.