Cuando uno escucha ‘20th Century’, el último disco de Fernando Rubio, se sumerge de lleno en un océano en el que todo se mece al compás de la elegancia y se disfruta con la ferocidad del hambre voraz.
Sus canciones, tejidas con las mismas dosis de sutileza que de arañazos eléctricos e interpretadas con la contundencia de un meteorito en constante impacto, no se permiten el lujo de descender de la cima del sobresaliente.