El universo de Mohama Saz está en expansión como el Cosmos. Como una galaxia en crecimiento anárquico, cada canción del disco va en su propia dirección, hiladas únicamente por el atrevimiento y el sonido único de la banda.
Los madrileños, que fueron cuarteto y que son ahora quinteto tras la incorporación de Rubén a las percusiones, avanzan su ejército hasta Armenia (escúchese “Erzeroumi shororo”) y de allí nos acercan una melodía popular que es puro néctar sonoro. Del otro lado del mundo evocan también ese “free jazz” aberrante de cuando los negros hicieron daño al poder, así como la otra cara de ese movimiento, el “spiritual jazz”, tan onírico, visionario y acuoso en la canción “Nenúfar”.