Morad no es un chico único, pues como él, aunque invisibilizados, hay muchos. Pero tampoco es uno más en su barrio, La Florida de L'Hospitalet de Llobregat, porque en apenas medio año se ha convertido en la voz de una multitud. Morad, de 20 años y ascendencia marroquí, se ha erigido, en tan solo unos meses de producción musical, en una de las figuras emergentes más prometedoras de ese cajón de sastre llamado 'de lo urbano'. Un auge inesperado, casi involuntario - "nunca he soñado con ser Daddy Yankee y llenar estadios" -, propiciado por el boca-oreja actual, que expandió sus canciones por Whatsapp: "Todo el mundo tenía las canciones sin que hubieran salido".