XXIX TEMPORADA DE ABONO.
Director: Antoni Wit.
El peculiar estilo melodioso de Franz Schubert queda reflejado ya en sus seis primeras sinfonías, obras de juventud en las que su núcleo de orquestación lo constituye la sección instrumental del metal, destacando los cornos y las trompetas, a los que se irán añadiendo los trombones. Los temas los suele tomar prestados, orientándolos en su desarrollo a destacar el canto por encima de cualquier otra particularidad musical. En esta línea hay que entender su Tercera Sinfonía en Re Mayor, D. 200 escrita en la primavera de 1815, cuando todavía impartía formación musical como asistente en la escuela de su padre. Con cierto carácter atrevido a la vez que despreocupado, y sin intención de trascendencia alguna, esta obra contiene una música tan sencilla como hermosa. Después de una introducción lenta, propia del aire de un adagio clásico, deviene la exaltación de un brioso Allegro en el que tienen un protagonismo especial los instrumentos de madera, destacándose la simpatía que desprende el siguiente tema. La delicadeza que destila el segundo movimiento se acentúa en su parte central esclarecida por el clarinete, sobresaliendo entre la sedosa sonoridad de la cuerda y demás instrumentos de madera. El vigoroso tema del Menuetto viene enriquecido por su trío, verdadera esencia de este tercer movimiento, en el que el oboe y el fagot cantan con especial dulzura. La obra termina con el sentimiento de alegría como bandera. Se puede emparentar perfectamente con el vivaz ritmo del saltarello italiano que, con vitalidad «rossiniana», se va pasando de unos instrumentos a otros exigiendo un destacado virtuosismo técnico por parte de toda la orquesta. Su estreno definitivo tuvo lugar en el Palacio de Cristal de Londres el 19 de febrero de 1881 con la dirección de August Manns, siendo editada por vez primera el año 1884.
En el austriaco Anton Bruckner encontramos a uno de los más destacados sinfonistas de la historia. Una marcada tendencia a la monumentalidad en sus obras orquestales se demuestra por sus grandes dimensiones, en las que se multiplican temas y desarrollos desde una amplia instrumentación, siendo esto último lo que produce su característica densidad de volumen sonoro, donde busca la exaltación del acorde perfecto desde su plena convicción en el sistema diatónico wagneriano que tanto admiraba. Es así que se puede afirmar que sus sinfonías constituyen de alguna manera una réplica orquestal al lirismo dramático de Wagner, sin llegar al gusto por los empastes y amalgamas tímbricas conseguidas por el genial operista alemán a quien está dedicada su Tercera Sinfonía. La primera versión de ésta es del año 1873. Después de su desastroso estreno el 16 de diciembre de 1877 con el autor en el pódium, llegó a tener varias revisiones hasta la última de 1889, que es la que escuchamos en esta ocasión. Sin entrar en detalle, se puede decir que es una composición que tiene un carácter heroico en sus movimientos extremos, dejando la sensación de rigidez en los numerosos cortes de sus desarrollos temáticos, siendo a su vez un anticipo del sentido cíclico que vino a caracterizar el estilo de sus sinfonías posteriores. Según el prestigioso musicólogo y director alemán Rudolf Kloiber, la Tercera Sinfonía «abre la secuencia de las obras maestras de Bruckner en las que su creatividad se encuentra con su enorme capacidad de construcción orquestal».
PROGRAMA
FRANZ SCHUBERT
Sinfonía nº3 en Re mayor, D. 200
ANTON BRUCKNER
Sinfonía nº3 en Re menor, Op. 74 «Sinfonía Wagner» (versión 1889)