XXIX TEMPORADA DE ABONO.
Director: Manuel Hernández Silva.
Robert Lakatoš (violín) interpreta obras de Dmitri Shistakóvich.
Un compositor tan importante en la historia de la música del siglo XX como Dmitri Shostakóvich tuvo que sufrir el anatema consecuente del realismo socialista que determinaba cómo «la verdad y concreción histórica de la representación artística deben ir acompañadas de la transformación ideal y la educación de los trabajadores en el espíritu del socialismo». Este dogma persiguió al compositor de San Petersburgo hasta la muerte de Iósif Stalin el año 1953, siendo su corpus sinfónico el que refleja mejor que cualquier otro repertorio de su producción el enfrentamiento entre su fuerza creadora y las directrices oficiales del partido comunista.
Shostakóvich compuso su Concierto para violín y orquesta nº 1, Op. 77 entre 1947 y 1948, años en los que la censura era muy rígida en la URSS debido al famoso decreto del tercer secretario del partido comunista Andréi Zhdánov que obligaba a que toda creación artística tuviera que someterse a la normativa ideológica impuesta por el PCUS. El nocturno inicial anticipa los rasgos líricos y trágicos de la Décima Sinfonía, mientras que los tiempos pares, el Scherzo y el burlesco final, reflejan el gusto por el divertimento musical que se percibe en la Novena, si bien hay que decir que el segundo movimiento está tomado del tercer tiempo de la Décima. El tercero es un Passacaglia, forma experimentada por el compositor en su Octava Sinfonía, escrita cuatro años antes, enlazado con el movimiento final por una extensa cadencia de esencial contrapunto. Esta importantísima obra concertante del siglo XX fue estrenada con gran éxito por su dedicatario, David Oistrakh, y la Orquesta Filarmónica de Leningrado bajo la dirección de su titular Yevgueni Mravinski el 29 de octubre de 1955 en San Petersburgo, una vez pasados los tiempos de la rigurosa censura del régimen stalinista.
Con la Quinta Sinfonía, Op. 47, estrenada en San Petersburgo el 21 de noviembre de 1937 por Yevgueni Mravinski, respondió a las críticas recibidas del régimen soviético renunciando al modernismo del que había sido acusado. Así, redujo la masa instrumental a la vez que sustituyó la episódica articulación estructural que había ofrecido en su Cuarta Sinfonía por un esquema formal más clásico, sustentado en un lenguaje más sencillo. De este modo simplificó sus vínculos armónicos y melódicos, propiciando así una mejor conexión entre las secciones instrumentales. Tuvo que sacrificar su capacidad de inspiración, como puede apreciarse en el segundo tiempo, un animado Scherzo, y en el último, Allegro non troppo, reflejo del requerido optimismo oficialista. En esta línea de sometimiento estético, realzó la melodía en el Moderato inicial, especialmente en su primer tema, que viene a contraponerse a un segundo de un meditativo carácter lírico. Es este sentimiento el que inspira el tercer movimiento, Largo, en el que la sección de cuerda al completo adquiere una sonoridad de rara belleza, alcanzando una expresividad muy próxima a un coral. La intervención del arpa, el xilófono y la celesta enriquecen este hermoso tiempo hasta límites de inquietante efervescencia, antes de aparecer un marcado motivo beethoveniano que determina el inicio de su larga conclusión, todo un ejemplo sobrecogedor de su música.
PROGRAMA
DMITRI SHOSTAKÓVICH
Concierto para violín y orquesta nº1 en La menor, Op. 77
Violín:
Robert Lakatoš
DMITRI SHOSTAKÓVICH
Sinfonía nº5 en Re menor, Op. 47