Temporada 2019/20 dedicada a conmemorar el 250 aniversario del nacimiento de Ludwig van Beethoven, maestro universal, cuya música nos recuerda siempre la grandeza del ser humano y de todo lo que es capaz de crear.
Última temporada del maestro Manuel Hernández Silva al frente de la Orquesta Filarmónica de Málaga con Beethoven como línea argumental para su despedida.
Considerado Paul Hindemith como uno de los músicos más brillantes de Alemania desde su juventud, hay que decir que fue un magnífico solista con instrumentos cuerda, de manera especial con la viola, lo que le llevó a ser un destacado defensor de la música de cámara. Destacado discípulo de B. Sekles y de A. Mendelssohn, el eclecticismo que desprende su música va parejo a cierta inquietud de experimentación surgida de sus amplios conocimientos como intérprete. Posteriormente fue enriqueciendo su experiencia en otros campos como la ópera y la música orquestal, adoptando una estética posromántica de tonalidad alejada de su formulación tradicional, sin caer en el dodecafonismo. Dedicada a Jenny y Antti Wihuri, un conocido matrimonio mecenas finlandés, su Sinfonía en Mi bemol mayor fue terminada el 14 de diciembre de 1940, siendo estrenada en Minneapolis por la orquesta sinfónica de dicha ciudad bajo la dirección de Dimitri Mitropoulos el 21 de noviembre de 1941. El primer movimiento se inicia con una fanfarria de los metales para ser seguida por un segundo tema, variado y un poco menos heroico a cargo de la cuerda y la sección de madera. El segundo tiempo es el más extenso de la obra, destacando el carácter contemplativo de su episodio central. El tercero se puede equiparar a un vivo scherzo que es contrastado por una especie de trío pastoral iniciado por el oboe. Para terminar, se sucede el intenso movimiento conclusivo de parecida fuerza a la expresada en el primer tiempo, interrumpida por un precioso intermezzo interpretado por las maderas antes de la vehemente coda final.
El Concierto para violín y orquesta en Re mayor, Op. 61 no fue la primera obra que escribiera Beethoven para esta combinación. Además de las Romanzas, Op. 40 y Op. 50, en sus últimos años de Bonn escribió más de doscientos cincuenta compases de un concierto para violín y orquesta en Do mayor que ha pasado al olvido. Compuesto en 1806 para una plantilla de una flauta, el resto de madera a dos, dos trompas, dos trompetas, timbales y cuerda, fue estrenado el 23 de diciembre de ese mismo año por el violinista Franz Clement, admirado intérprete. El primer movimiento es amplio y armonioso. Se suceden varios temas después de tres ligeros golpes de timbal que parecen permanecer en el oyente como un misterioso leitmotiv. Su carácter eminentemente lírico es realzado por el solista en una segunda exposición temática para avanzar hasta la hermosa cadenza que precede a su final. El Larghetto está estructurado en forma de tema con variaciones ofrecido por la orquesta, mientras el solista ejecuta inicialmente unos adornos para después destacar con una breve cadencia que lleva al rondó final. Éste contiene un motivo principal y dos secundarios, uno de ellos en tonalidad menor que le da un leve rasgo patético. Después de la exhibición de grandes recursos técnicos la obra deriva a un solo de violín antes de su conclusión.