Con la forma de trío de jazz, o de un cuarteto flamenco –ya se sabe que en Cádiz, los cuartetos son de tres o de cinco miembros- presentan Rosario Toledo (bailaora), Alba Haro (violonchelo) y Javier Galiana (piano) estas Playeras. Que salen así, de un disco increíble, grabado por los dos músicos bajo el estado de sitio de la pandemia del dichoso coronavirus y que quisieron dedicar, sí, a las playas, a las playas del mundo. Se canta lo que se pierde, y algo de esa pérdida se cuela por las cuerdas del chelo y el piano, algo que ha hecho mover los inquietos pies de Rosario. ¡Ella veía las huellas de unos pies en la playa y no se daba cuenta de que eran sus propios pies! Playeras sale de ahí. Los músicos, Javier y Alba le proponen a Rosario venir a bailar estas músicas y Rosario va y se mete en el agua. De todos es conocido el carácter musical que tienen los pies de Rosario, sus zapateados son frases musicales y como tales están aquí. ¿Acaso Alba y Javier no ponen también el cuerpo cuando tocan, es decir, no bailan también?. Pues eso, que se trata de entender el fraseo, la profundidad de los ritmos, el vaivén del mar. Me atrevería a decir que este es un proyecto casi político, quiero decir, que este aferrarse al mar, a la playa, donde los ríos van a morir, tiene algo de reivindicación de la vida por encima de todas las cosas. Hay una profunda melancolía en estas estampas, estas flâneries, como dice Galiana, paseos interminables por la playa.