Detrás de Pinocho Detective se oculta la figura de Fran Pedrosa, músico iconoclasta, mercenario en innumerables formaciones de pop-rock y auténtico esteta de la auténtica flema británica. Lo vimos aterrizar en la escena independiente sevillana hace unos años, venido desde el lejano un planeta que orbita alrededor de ese Sol magnético y cálido que es el cine de Billy Wilder, girando como una peonza sideral dentro de un océano cósmicos preñado de estrellas como Beck, Beach Boys, Truman Capote, Serge Gainsbourg, Caetano Veloso o Steve Wonder. Con un par de Eps auto producidos, Fran Pedrosa comenzó a hacer gala de una suerte de pop irónico y elegante en la onda de The Divine Comedy y Belle & Sebastian.
Tocado de lleno por la teatralidad y el glamour de chanclas y corbatín, Fran acabó reclutando a su propio Grupo Salvaje (Daniel Barja, Antonio Ortiz y el recién llegado Israel Diezma), consolidando una banda con la que ha logrado edificar una macro estructura sonora a medio camino entre la desazón emocional y la explosión de serotonina titulada. Hablamos de ‘La vida privada de Pinocho Detective’, un nuevo disco que, para empezar, cuenta con un verdadero hit generacional titulado ‘Solo sé que no sé nadar’. Dinámico, enérgico, pesimista y desengañado, Pinocho Detective es una maravillosa contradicción, incluso hasta cuando se deprava en una suerte de grand-guignol de las relaciones interpersonales.