Kurosaki y Prego son ya bien conocidos del Espacio Turina, donde han actuado infinidad de veces en solitario y con formaciones diferentes. Aquí vienen para un programa con música de dos imprescindibles, dos eternos de la creación del siglo XVIII, Bach y Haendel, nacidos con pocas semanas y kilómetros de distancia, pero con carreras muy diferentes, lo que se aprecia hasta en su música de cámara. En Cöthen, Bach compuso mucha música instrumental, incluidas seis sonatas para violín y clave obligado que se cuentan entre las más extraordinarias jamás creadas en el período barroco. Más caótico es el repertorio camerístico de Haendel. La sonata HWV 372 fue publicada en 1732, aunque debió de ser compuesta mucho antes, posiblemente no por Haendel. Sí es indiscutiblemente suya la soberbia HWV 371, su última pieza de cámara.