Concierto Extraordinario Lorenzo Viotti
Iridiscencias de una orquesta
La historia de la música clásica, además de la de sus compositores, también es la historia de sus intérpretes. Pues sin ellos, solo hay partituras impresas. Silencio. Hay solistas, y por supuesto formaciones sinfónicas o barrocas, que han marcado el curso del sonido hasta alcanzar tal grado de perfección, emoción y de excelencia, que cualquier actuación suya tiene un plus de atractivo en sí misma, independientemente de las obras que aborden.
La Filarmónica de Viena es una de esas orquestas. Con una historia que se remonta a 1842, cuando Otto Nicolai formó lo que llamó una “Academia Filarmónica”, la formación ha sido pulida por titanes como Hans Richter, Gustav Mahler, Weingartner, Furtwängler, Clemens Krauss, por citar a algunos titulares.
“Es una de las más destacadas del mundo”, dijo ya de ella Richard Wagner. Y Richard Strauss atinó aún más: “Todo elogio de ella se convierte en un eufemismo”. De carácter privado, está vinculada a la Orquesta de la Ópera Estatal de Viena en una simbiosis que garantiza la independencia de los músicos y, por lo tanto, su alto nivel artístico.
Tan musculosa como sedosa, tan mórbida como dulce, escuchar a la Filarmónica de Viena, entrar en su fascinante y rico universo sonoro, constituye una experiencia en sí misma. En Sevilla, dirigida por Lorenzo Viotti, director de la Filarmónica de los Países Bajos y una de las jóvenes batutas que están triunfando en el mundo, la Filarmónica de Viena, en un programa ruso y eslavo, aborda La isla de los muertos, perturbador poema sinfónico de Serguéi Rachmaninov, de 1908, que retrata la personalidad angustiada del autor, el Capricho español de Rimski-Kórsakov, de 1887, inspirado por las melodías españolas que escuchó a lo largo de sus viajes como oficial de la Marina rusa y la Séptima Sinfonía de Antonin Dvořák, Op. 70, de 1885, una de sus obras más maduras y profundas.
La Orquesta Filarmónica de Viena está vinculada a la tradición de la música clásica europea. Desde su creación en 1842 causa fascinación sobre destacados compositores y directores y sobre el público de todo el mundo, no sólo por un estilo musical homogéneo legado de generación en generación, sino también por su estructura e historia únicas.
Lorenzo Viotti es la joven batuta que dirige la ópera. Tras numerosos conciertos con las más importantes orquestas europeas y americanas, se ha hecho un nombre muy destacado como director de ópera y de concierto. Ganador de importantes concursos, dirige desde repertorio clásico a contemporáneo y numerosos títulos de ópera.