40 FESTIVAL DE MÚSICA ANTIGUA DE SEVILLA (FeMÀS)
Cello con fuoco
Después de sus premiadas grabaciones en CD de las obras de Vivaldi y sus célebres conciertos en Europa y Asia, Akamus y el excepcional violonchelista Jean-Guihen Queyras dedican su nuevo programa a la edad de oro del violonchelo en Italia.
El barroco napolitano y veneciano fue una época vibrante para la música de cuerdas. Los conciertos de Leo, Vivaldi y Platti presentados en este programa de conciertos se encuentran entre los más bellos, elegantes y sorprendentes contribuciones al entonces emergente género de los conciertos para violonchelo. Combinan espectacular virtuosismo y deslumbrante italianidad.
Pero hay más por descubrir con el extravagante concierto para violonchelo de Nicola Fiorenza, una impresionante obra maestra que revela la nueva era de la música instrumental, mezclándola con el lenguaje dramático de la ópera napolitana. En cualquier caso, la teatralidad elocuente de esta música resulta omnipresente, hasta las apasionantes obras instrumentales para cuerdas, que completan la gama de expresión de la música barroca italiana del siglo XVIII.
El concierto es el género por excelencia de la música instrumental italiana al menos desde el último tercio del siglo XVII. Para entonces, el concerto grosso era ya una realidad asentada en Roma, desde donde se había difundido hacia el norte y el sur de la península. En los concerti grossi, un pequeño conjunto de instrumentos (el concertino, por norma dos violines y un violonchelo) dialoga con un conjunto mayor (el grosso o tutti). Pero al lado de esta forma básica fueron surgiendo otras, como la de los conciertos de cuerda a 4 o a 5 (a menudo conocidos como ripieno) y la de los conciertos con solista, que a la postre sería la más exitosa.
Este programa presenta formas de todos estos tipos de concierto, con especial atención a un instrumento, el violonchelo, y dos escuelas: la veneciana y la napolitana, donde los conciertos, al contacto con sus respectivas tradiciones operísticas, adquirieron rasgos de exuberante teatralidad.
Y con ópera empieza el concierto, pero desde Hamburgo, donde Haendel tuvo su primera experiencia con el género. Con 18 años trabajaba ya como violinista y clavecinista para el Teatro del Mercado de las Ocas, el más importante coliseo lírico de toda Alemania, y allí, el 8 de enero de 1705, presentó con notable éxito Almira, reina de Castilla, una obra de cuya música Haendel se estaría alimentando para multitud de obras posteriores y que aquí sirve para extraer una suite con algunos de sus temas.
De los dos concerti grossi que se presentan en este programa, uno es obra de un músico esencial en la conformación de los distintos tipos de concierto, Giuseppe Torelli, que se formó en Bolonia (¡como Corelli!) y fue pionero en la edición de todo este tipo de obras (los primeros concerti ripieno editados están en su Op.5 de 1692, los primeros conciertos con solista en su Op.6 de 1698). Aquí se presenta además dentro de una tradición que tendrá gran éxito, la del estilo pastoral vinculado a la Navidad (el Concierto de Navidad de Corelli no se editó hasta cinco años después, y luego le siguieron muchos).
Para el otro concerto grosso hay que acercarse hasta Venecia, donde reinó Vivaldi. Aunque su reino se centró especialmente en el género del concierto con solista, también escribió algunos de los grossi más deslumbrantes de la historia, como los incluidos en L’estro armonico, una colección portentosa que publicó en Ámsterdam en 1711 y que incluía doce conciertos en diferentes formaciones, también la típica con dos violines y violonchelo (RV 565 es un ejemplo formidable). Aunque no les dedicó tanta atención como a los conciertos con solista, Vivaldi también escribió conciertos para cuerda, sin solista, que podían funcionar igual como sinfonías para abrir las óperas (en fututo serán las oberturas italianas) o como piezas de concierto o para la iglesia, en cuyo caso tenían un carácter más severo y contrapuntístico y podían confundirse con las sonatas. Es el caso de RV 130, una de esas piezas que el compositor dedicó Al Santo Sepolcro.
Las otras tres obras del programa son sendos conciertos para violonchelo, un instrumento que hasta la irrupción de la escuela boloñesa de Domenico Gabrielli a finales del siglo XVII había tenido protagonismo fundamentalmente como instrumento acompañante. Pero en el XVIII eso empezó a cambiar. Lo demuestran las obras de estos tres compositores: Platti nació posiblemente en Padua, pero se formó en Venecia y su obra se acoge al modelo formal de concerto ritornello que Vivaldi había asentado desde la segunda década del siglo: cuatro partes de cuerda e instrumento solista (aquí el violonchelo) en estructuras tripartitas (rápido-lento-rápido) y alternancia en los tiempos rápidos de secuencias tutti-solista, con estribillos orquestales y episodios intermedios para el solista con diferentes tipos de acompañamiento.
Los otros dos conciertos son distintos, ya que provienen de músicos napolitanos, que interpretaron los modelos que les llegaban del norte a la luz de una experiencia muy condicionada por el virtuosístico estilo de canto que se había desarrollado en sus escenas operísticas. El concierto de Leo combina pasajes de furor virtuosístico con otros de plácidas cantilenas e incluye un movimiento fugado. El de Fiorenza es una obra aún más avanzada y desconcertante, pero su sentido dramático descansa en la sucesión de estructuras que parecen imitar a los recitativos y arias de las pletóricas operas serias que Nápoles exportó al mundo.