Dotada tanto para la entonación como para la composición, la norteamericana Sallie Ford atesora a su paso el mismo encanto –vaporoso, seductor e irresistible- que tienen los relatos de fantasmas. No hay mejor explicación ante esas curiosas manifestaciones en el rock actual capaces de hechizar a cabeceras tan modernas como Pitchfork –“Soul Sick”, el último disco de la de Portland y una auténtica delicia retro, arañaba todo un 7.1 en la reseña de la biblia indie- sin abandonar las raíces, convirtiendo su discurso sonoro en todo un ejercicio de (sentida) nostalgia. Piensen en los británicos Kitty, Daisy & Lewis, por ejemplo, y sabrán de qué hablamos. Cuando el pasado llama a nuestra puerta, quizá sea hora de abrirla.