XVI FESTIVAL DE MÚSICA ESPAÑOLA DE CÁDIZ.
Far from the Echoes.
Cuando escuchamos hace algo más de dos años a Salto, con su primer disco, aquel que no tenía título pero al que ya todos conocemos como el mítico “Gallo”, descubrimos a un artista muy grande. Gigantesco. Un compositor de una calidad suprema, capaz de algo tan increíblemente complicado como combinar y destilar en un disco o incluso en una sola canción las mejores enseñanzas de los Beatles, Neil Young, Big Star y los Allman Brothers.
Intentad mentalmente mezclar a Big Star y a los Allman Brothers y os daréis cuenta de que no es sencillo. Juntad en vuestra cabeza a Neil Young y Beatles y os costará imaginar el resultado. Pero si escucháis a Salto os daréis cuenta de que es posible, perfectamente posible. Y que él, un privilegiado, hace que algo tan inalcanzable a primera vista se convierta en una realidad e incluso aparente ser sencillo.
Germán (Salto para los amigos) ha seguido trabajando sin descanso, y se ha permitido en este tiempo construir poco a poco una burbuja completamente aislada del mundo exterior desde la que poder seguir haciendo crecer su propia idea de la música, de sus canciones. Uno diría que casi las ha soñado. Y gracias a eso han terminado naciendo libres, sin reglas, sin depender de nada de lo que hay sonando ahí afuera (que encima es algo parecido a un páramo)… Hasta da la impresión de que ni siquiera se ha planteado en qué año vivimos. Y no tiene ninguna importancia. Por eso su nuevo disco, este apabullante “Far From The Echoes”, es tan sorprendente. Personal y único, pero lleno de referencias, y nunca modestas, como obliga la marca de la casa: aquí se han añadido Costello, America y muchos más. Y por todo eso este trabajo podría calificarse de conceptual, pero no porque siga una pauta preconcebida o una temática determinada, sino porque sólo admite el dictado y el filtro de la calidad más absoluta. Y de la clase. En “Far from the Echoes” hay singles, pero nadie los ha buscado. También hay estribillos, por supuesto, pero a lo mejor varios en una canción o en realidad disimulados en una estrofa prodigiosa. Y hay arreglos, a toneladas, pero sublimes. Como el propio Germán explica, emocionado: “Esa guitarra que parece que está al revés en realidad está grabada al derecho, normal, sin efectos”.
Así todo el rato: el sonido de “Far From The Echoes” parece normal, pero es definitivamente mágico. Lo que suena en él parecen canciones, pero en realidad son sueños. Sí, puede que parezca un disco, pero en realidad es una catedral.