Nadie le ha regalado nada. Nunca. Ni el público, al que se han ido ganando canción a
canción, disco a disco, directo incontestable a directo aún más incontestable; ni la crítica
especializada, reacia en sus inicios al poderío escénico de la banda en época de mirarse los
zapatos, reacia más adelante al paso del inglés al español considerado casi como una traición (¿a quién?), reacia finalmente a la sospecha de todo aquello que tenga éxito. Bien, hoy todo se ha relajado y pocos dudan de que Second se ha ganado a pulso de buen hacer, talento y evolución su actual estatus como una de las formaciones más deseadas de ese indie que ni lo es, ni deja de serlo.