Si algo define a Mckennitt y al festival es que ambos son eclécticos: la canadiense es capaz de fusionar de forma magistral la música flamenca, celta y folk con elementos medievales y orientales. Además de su voz lírica, en sus shows utiliza una enorme variedad de instrumentos como el arpa, la gaita o el acordeón, lo que le ha proporcionado numerosos reconocimientos.