III FESTIVAL DE MÚSICA ANTIGUA DE GRANADA.
El clave del emperador tras el legado de Diego de Pantoja.
… El otro día [el Emperador] me hizo cantar unas notas de un aria que él mismo había escrito, y luego me la hizo tocar al clave con otras personas a la manera china, y después a la europea… el Emperador me dijo mientras tocábamos juntos: “Lo que escuchas ahora es como cuando el Padre Pereira estaba aquí .” Y comenzó a llorar de alegría…
Esta singular escena narrada por un sacerdote italiano se desarrollaba a principios del siglo XVIII en el mismo corazón de la Ciudad Prohibida de Pekín, en la Corte de Kangxi 康熙 (1654-1722), cuarto emperador de la poderosa dinastía Qing 清.
Ya en la dinastía Tang 唐 (s. VII-X) la Corte china fue una de las más cosmopolitas del mundo. Dentro de sus paredes sonaban las músicas más exóticas provenientes de reinos vecinos más allá de las onteras del Imperio. Esta variedad musical se amplió de manera excepcional a partir de la llegada de los misioneros europeos a China a finales del siglo XVI, dándose así un episodio único, por su magnitud y duración, de relaciones culturales, científicas y artísticas entre dos mundos tan dispares.
Se puede decir que la llave de entrada a la Ciudad Prohibida fueron dos relojes y un clave. La necesidad de mantenerlos y afinarlos aseguró la presencia de expertos religiosos, que enseñaron en la Corte el arte del clave y la música occidental.
Todo esto no hubiera sido posible sin la audacia y genialidad de dos misioneros precursores, Matteo Ricci (1552-1610) y el español Diego de Pantoja (1571-1618), los dos primeros occidentales en descorrer el velo de la Ciudad Prohibida. Nadie antes en Europa había conseguido acceder al interior de este Palacio Imperial.
Fue precisamente Diego de Pantoja quien iniciara la tradición de las singulares mélanges musicales de la Corte china, donde se interpretaba música occidental, china, manchú o mongola y que a menudo se mezclaba según el capricho del Emperador, como describe la cita del comienzo.
El legado: programa musical
Este excepcional capítulo de la historia de intercambio no sólo musical sino también artístico y científico, no hubiera sido posible sin la audacia de Diego de Pantoja y Matteo Ricci, los dos primeros occidentales en desentrañar los misterios de la vida y entresijos de la Ciudad Prohibida.
Con motivo del cuarto centenario de Diego de Pantoja, El clave del Emperador quiere rendir homenaje al sabio jesuita español, haciendo un viaje que se inicia con la música de su época, para descubrir el legado musical que dejó su empresa a través de los registros que han llegado hasta nuestros días gracias a los misioneros que vivieron en la Corte hasta finales del siglo XVIII.
De su etapa inicial sonarán piezas de Ginés de Boluda (1545-1606) y Alonso Lobo (1555-1617), maestros de capilla de la Catedral de Toledo durante los años de estudio de Pantoja en esta ciudad. Los archivos de las bibliotecas de los jesuitas en Macao conservan un detallado catálogo de los libros allí empleados. En él, podemos encontrar himnos recogidos en el manual de Pedro Navarro publicado en Salamanca en 1586 y misas del compositor Duarte Lobo (1565-1646), lo que nos permite reconstruir parte de la música religiosa que sonaba durante la estancia del jesuita español en la colonia portuguesa en China.
Desde aquí viajaremos junto a Pantoja a la capital del Imperio Celeste. Al igual que en Macao, la biblioteca de la iglesia de Beitang en Pekín recoge multitud de títulos, entre los cuales podemos encontrar una compilación de laudes con títulos de Francisco Soto de Langa (1534-1619). A éstas se unirán himnos religiosos cristianos con música y texto chinos compuestos por conversos para la congregación local.
A partir de aquí rastrearemos el legado de Diego de Pantoja, gracias al cual misioneros posteriores pudieron trabajar en la Ciudad Prohibida, lo que nos permitirá explorar la vida musical de la Corte china en sus diversas manifestaciones. Escucharemos una reconstrucción a partir de extractos del primer libro de música occidental escrito en chino y compilado por el Padre Tomás Pereira (1645-1708) para el Emperador Kangxi (1654-1722), que se unirán a piezas del Musurgia Universali de Athanasius Kircher (1602-1680), libro de inspiración de Pereira y del cual se encontraron tres copias en la biblioteca de los jesuitas de Pekín.
Una de las joyas de este catálogo son las 12 sonatas para violín y continuo com- puestas por el Padre Pedrini (1671-1746) durante su vida en la Corte china. El clave del Emperador interpretará una selección de ellas a partir de un facsímil exacto del único original conservado en la Biblioteca Nacional de China, obtenido gracias a una colaboración con el Insituto Confucio de Granada y la Universidad de Pekín.
Acompañaremos al Emperador en sus viajes diplomáticos y de cacería. Visitaremos con él las estepas del norte, donde se realizan grandes ceremonias, banquetes y fastos, con músicas de los más diversos lugares, mientras los misioneros que acompañan al Hijo del Cielo le enseñan geometría y música occidental en las yurtas imperiales. Escucharemos música de corte mongola para el Emperador en conmemoración de su cumpleaños, piezas raramente interpretadas no sólo fuera, sino también dentro de China, de las que El clave del Emperador hace una importante labor de recuperación.
Tanto el Emperador Kangxi como Qianlong fueron amantes del Kunqu 昆曲, género dramático músical del sur, de bellas y delicadas melodías, algunas de las cuales recoge el Padre Joseph-Marie Amiot (1718-1793) en una serie de cuadernos que envía a Occidente, pudiendo considerarse uno de los trabajos musicológicos pioneros en Europa. Hoy en día, gracias a estudios de comparación con fuentes originales chinas de la época y anteriores, podemos saber exactamente qué obras son las que Amiot registró. Sonarán también las primeras transcripciones de música que llegaron a Occidente, publicadas en 1735 a partir de anotaciones enviadas por el jesuita ancés, así como piezas ancesas que interpretó al clave para el Emperador.